1933 -1963: el Externado echa cimientos
Desde el 7 de agosto de 1930, tras 45 años de hegemonía conservadora, con Enrique Olaya Herrera en el poder, se inicia la llamada “Segunda república liberal”; y a partir de 1934, el gobierno de Alfonso López Pumarejo hunde el acelerador de una potente máquina construida para limpiar de moho nuestras estructuras sociales y políticas.
En el Externado, a pocos días de la muerte de Diego Mendoza (1933), el consejo directivo ratifica su última voluntad. Ricardo Hinestrosa Daza es el nuevo rector: abogado del primer Externado donde inició su carrera docente, coronel de la guerra de los Mil días, profesor de la Universidad Republicana y Ministro del Tesoro en la administración de Carlos E. Restrepo.
Hinestrosa Daza supo darle una dimensión más amplia a sus oficios de abogado, juez y profesor de Derecho, a partir de una cultura riquísima adquirida desde muy joven por propia voluntad. De acuerdo con su concepción, la cultura es la forma en que el hombre se convierte en verdadero ser humano, en la medida en que lo hace capaz de comprender y elaborar la realidad, más allá de las expresiones primarias. Y ese talante se proyectó en la formación externadista.
En la vanguardia de los cambios
Y, para fortuna de la universidad y del país, a este Externado que comienza a conducir Hinestrosa Daza se le presenta una gran oportunidad: porque las reformas que se van sucediendo en Colombia, que corresponden a los sueños de la institución, requieren no solo respaldo de la intelectualidad y de la Academia, sino sustento jurídico.
Desde las aulas externadistas se promovió una nueva concepción del Estado y de la sociedad: en lo económico, el desarrollo de la industria nacional y la expansión de la demanda interna, dentro del proteccionismo contra los monopolios extranjeros y, en lo político, la búsqueda de la inclusión social, la recuperación de libertades ciudadanas y la lucha por el afianzamiento de la democracia. La Corte Suprema (llamada “corte de oro”), integrada por varios juristas del Externado, refrescada y fortalecida por los vientos de un nuevo Derecho, apuntaló las transformaciones propuestas por el legislador y el ejecutivo.
“El Externado tiene casa propia, la criatura no morirá”. Esta frase, pronunciada por el rector Ricardo Hinestrosa Daza al dar al servicio la primera sede propia del Externado en 1942, construida en el barrio Santafé (carrera 16 nº 24-45), en lote adquirido por la institución –entonces un respetable vecindario residencial– refleja el paso de la total pobreza y precariedad de la Universidad a una relativa estabilidad.
La primera abogada de Colombia, del Externado
En 1937 se matricula en el Externado Rosita Rojas Castro, quien sería luego la primera abogada de Colombia y la primera jueza de la de la República. Sin embargo, llegar allí implicó un proceso con grandes dificultades: el nombramiento de Rosita Rojas en la rama judicial fue demandado por un abogado que decidió “defender los preceptos constitucionales”. Argumentó que la Constitución Nacional exigía como requisito para desempeñar el cargo de juez el ser ciudadano; y por aquellos días la Constitución de 1886 otorgaba esa calidad solo a los hombres mayores de 21 años.
La defensa del nombramiento estuvo a cargo de tres antiguos profesores de Rosita Rojas. [Gustavo Hernández Rodríguez, Ricardo Sarmiento Alarcón y Ramón Miranda]. El Consejo de Estado dirimió el asunto a favor de la jueza. La decisión del organismo se fundamentó también en la Constitución. El texto constitucional, un artículo después del empleado por el demandante, permitía el desempeño de la mujer en dichos cargos con previa autorización.
El ejemplo de Rosita (quien falleció siendo muy joven) fue seguido por Fabiola Aguirre, también abogada externadista, primera magistrada de Colombia.
Entre 1946, cuando gana las elecciones el conservador Mariano Ospina Pérez, y 1957, cuando cae la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla, el país vive una oscura época de violencia política («La Violencia») que enfrenta una vez más a los partidos tradicionales. Regresan la restricción de libertades, la represión y la persecución de centros de pensamiento que se oponían a los regímenes del momento y defendían las libertades públicas.
En 1953 cuando la situación de intolerancia llega a límites insospechados, diferentes fuerzas políticas buscan una solución de emergencia para suspender el desangre. Impulsan un gobierno militar para restablecer el orden y para retornar pronto a la democracia. El comandante de las Fuerzas Armadas, General Gustavo Rojas Pinilla, toma el poder el 13 de junio. Los liberales, marginados de la escena política por las anteriores dictaduras civiles de Mariano Ospina y Laureano Gómez, reciben con júbilo la noticia. Es una tremenda equivocación, porque el régimen pronto muestra su verdadero talante populista, represor (numerosos estudiantes, entre otros ciudadanos, fueron asesinados entonces por las ‘fuerzas del orden’) y corrupto.
A comienzos de 1957 se organiza un movimiento con el objetivo de tumbar la dictadura. Un ilustre exalumno del Externado, el ex presidente Alberto Lleras Camargo, con el respaldo de los profesores y del estudiantado de Bogotá, lidera el movimiento cívico que inicia la huelga general triunfante en la madrugada del 10 de mayo.
Se inicia el roce internacional
En abril de 1957 se da el primer paso del proceso de apertura internacional de la Universidad. Una delegación del Externado asiste a la primera Conferencia de Facultades y Escuelas de Derecho de América Latina en la Universidad Nacional Autónoma de México, con la que suscribió el primer convenio de cooperación académica.
Y llega el momento en que la querida sede del barrio Santafé se queda pequeña. El rector Hinestrosa Daza encabeza la compra de la finca la Isabela, vecina del barrio Egipto. El sueño es construir un campus universitario hermoso, funcional y rodeado de verde.
El 12 de septiembre de 1963, fallece el rector Ricardo Hinestrosa Daza.