La cuarentena y las distintas actividades económicas
¿Cuáles son y cuánto pesan los sectores más afectados por la cuarentena, y qué tipo de medidas deben adoptarse para esos varios sectores?
La cuarentena afecta a todos los sectores de la economía, pero a unos los afecta más que a otros. Esta diferencia es fundamental para estimar los efectos totales sobre el empleo y el bienestar de los colombianos, como también para el diseño de las políticas de emergencia, empezando por el eventual levantamiento de la cuarentena.
Ante todo, es necesario distinguir entre bienes o servicios esenciales, como las cadenas de salud, alimentos, electricidad y comunicaciones, y los bienes o servicios no esenciales, como decir la fabricación de automóviles o los espectáculos públicos.
En cuanto a los alimentos, los campesinos y pescadores siguen produciendo, vendiendo y sosteniendo la respectiva cadena de transportadores, distribuidores y comercializadores. Gracias a ellos no hay escasez de alimentos, pero si los ingresos de la población siguen cayendo, estos sectores también tendrán dificultades para vender.
Los servicios de salud y educación siguen funcionando—los primeros con riesgos agravados para el trabajador y lo segundos a través del internet—. Pero en uno y otro caso, hay diferencias entre subsectores: los odontólogos u oftalmólogos, por ejemplo, han dejado de trabajar, y en materia educativa se ha hecho evidente la brecha entre colegios públicos y privados y, sobre todo, entre regiones del país.
Los trabajadores de la seguridad, los acueductos, la electricidad, y las comunicaciones afortunadamente siguen trabajando.
Pero, salvo casos muy particulares, el resto de la población dejó de trabajar y, por lo tanto, de obtener ingresos. La situación es dramática para los vendedores ambulantes —que usualmente no venden bienes esenciales—, como también para los trabajadores de las manufacturas, la construcción, el entretenimiento o los restaurantes —salvo los que siguen atendiendo, de manera reducida, a domicilio—.
Consecuencias sobre la producción y el empleo total
Lo anterior significa una caída brutal en la ocupación y en los ingresos.
Para estimar esos efectos utilizamos un modelo de 28 sectores que había sido diseñado por uno de los autores a petición de la Secretaria de Desarrollo Económico de Bogotá para el periodo 2018 a 2025. El modelo relaciona todas las variables económicas y las hace retroalimentarse unas a otras.
Sin la cuarentena (“escenario base”), la economía bogotana habría crecido 3,5% en el 2020 y 2,8% en el 2021. Habría creado 122,823 empleos adicionales en el 2020, y 593,488 en 2021. Los resultados habrían sido mejores si no se hubiera presentado la caída de los precios del petróleo y las devaluaciones subsiguientes.
Es interesante observar que Bogotá tiene un mercado interno muy grande, que ayuda a contrarrestar los efectos negativos de los choques externos. El Cuadro 1 muestra los resultados del ejercicio en términos de producto y empleo.
Cuadro 1 Proyecciones económicas para Bogotá
En el escenario siguiente, con dos meses de cuarentena, el modelo proyecta una caída de 5,4% en PIB para este año, y una ligera recuperación (2,1%) en el 2021. Este año se perderían 362,645 puestos de trabajo (adicionales a los ya desempleados antes de la cuarentena), y el año entrante habría un aumento de 546,086 empleos.
Bajo el supuesto de una cuarentena de tres meses, el PIB bogotano caería de manera brutal durante este año (-9,8%) y la recuperación en 2021 sería menos significativa (1,8%). En términos de empleo, se perderían 605,376 plazas este año y el año entrante se recuperarían 522,402 plazas.
Las diferencias entre los sectores
El Cuadro 2 muestra los impactos de la cuarentena sobre los 28 sectores económicos.
La primera columna presenta el porcentaje estimado de caída en la actividad del respectivo sector, la segunda describe el escenario con una cuarentena de dos meses y la última hace lo mismo bajo el supuesto de una cuarentena de tres meses. Son estos supuestos los empleados en el modelo.
La estimación de la caída de cada sector se basa en el supuesto de que los bienes y productos esenciales sufrirán menos que los no esenciales; por ejemplo, suponemos que la agricultura tendrá una afectación anual de 0%, la minería del 80%, y los servicios de administración pública de apenas un 20%.
Con una cuarentena de dos meses, los sectores más golpeados tendrían perdidas en el orden del 13% en su producto anual; con una cuarentena de tres meses, las peores pérdidas estarían en el orden de un 20%.
Cuadro 2. Bogotá: Escenarios de afectación por sectores
Las proyecciones anteriores por supuesto no pretenden ser exactas, sino ilustrar un hecho decisivo para efectos de política económica y social en este tiempo de pandemia, e invitar a los colegas a seguir analizando la situación y el devenir de la economía.
La recesión y sus remedios
Las proyecciones del modelo en todo caso muestran que la recesión será mayor que la del año 1999, cuando el PIB colombiano disminuyó un 4%. Las medidas contracíclicas son por tanto inevitables.
Este no es el momento para la ortodoxia económica. No tiene sentido insistir sobre el equilibrio en las finanzas públicas o seguir defendiendo la regla fiscal. Y una vez agotados los fondos y los préstamos de los organismos internacionales, será necesario emitir más moneda.
Son por eso adecuadas las medidas del Gobierno nacional y los gobiernos locales para tratar de mantener la capacidad de compra de los hogares (Ingreso Solidario, Familias en Acción, Devolución del IVA, Colombia Mayor, mercados que reemplazan la alimentación escolar, mercados de Bienestar Familiar, Bogotá Solidaria, etc.).
Pero estas medidas son insuficientes porque su cobertura es limitada. Deben seguir extendiéndose.
La cuarentena solo debe levantarse cuando la contaminación ceda y la tendencia a la infección sea marcadamente decreciente.
El Gobierno nacional ha anunciado una línea de crédito que permitirá cubrir el monto de las nóminas de las empresas micro, pequeñas y medianas por tres meses, siempre y cuando se conserve el empleo. Es un gran avance. Sin embargo, los empresarios de todos los niveles reclaman, a su vez, subsidios en lugar de créditos porque afirman que no son los responsables de esta situación y que el crédito los obligaría a asumir un riesgo alto, que no podrían asumir dada la poca claridad sobre el futuro.
Aunque hay relativa claridad sobre las medidas sanitarias, y la forma de luchar contra el hambre, parece que aún está en mora de surgir una estrategia que favorezca a las empresas, ayude a contrarrestar la recesión y garantice el ingreso a los trabajadores de todas las actividades económicas. Es urgente.
Dos problemas de fondo
En Europa e incluso en Estados Unidos existen mecanismos para atender a la mayoría de la población en un caso de parálisis económica como el que ha producido la pandemia:
- En primer lugar, en esos países casi no existe el sector informal y los pocos que incluye están debidamente empadronados, por lo menos en los países europeos.
- Para los desempleados existe un seguro que puede ser usado masivamente; por ejemplo en Estados Unidos “casi 17 millones de trabajadores han perdido su trabajo en apenas 21 días… la semana pasada otros 6,6 millones solicitaron el subsidio por desempleo”.
Las sociedades latinoamericanas están en mora de construir su Estado de Bienestar. Suele decirse que los recursos fiscales no alcanzan para semejante pretensión, pero en cambio no se dice que la carga tributaria es muchísimo más baja que la de aquellos países. La crisis que atravesamos ha venido a confirmar la necesidad de una reforma tributaria de veras “estructural”, es decir apoyada en impuestos progresivos que paguen los de mayor ingreso y patrimonio, como en los países desarrollados.
Pero a más largo plazo, otros temas resultan muy importantes. La cuarentena ha puesto en evidencia lo mal que valoramos los bienes y, en consecuencia, las actividades y las personas que los producen.
Un ejemplo evidente es el salario y las condiciones laborales de médicos y enfermeras, digamos en comparación con los del gerente de un banco o más aun, con los de un futbolista de fama. En otros países, los campesinos reciben subsidios o se benefician de un desarrollo institucional que los hace copartícipes de los ingresos de toda la cadena productiva, desde la transformación hasta la comercialización de sus bienes, y, así, disfrutan de condiciones de vida comparables con las de la ciudad. Estos ejemplos deberían ayudarnos a diseñar e implementar un modelo económico mejor para el futuro.
El fin de la cuarentena: diferenciada
Existe una presión enorme para levantar la cuarentena.
Pero sería catastrófico que esto se haga de modo que otra vez se dispare la pandemia y tengamos que volver a cerrar la economía en condiciones todavía más dramáticas.
Desde el punto de vista económico—igual que desde el punto de vista sanitario—la cuarentena solo debe levantarse cuando la contaminación ceda y la tendencia a la infección sea marcadamente decreciente. Es una cuestión que debe resolver la ciencia y, en particular, los epidemiólogos colombianos.
Por eso, mientras no aparezca una vacuna que pueda ser aplicada masivamente, hay que diseñar con muchísimo cuidado el levantamiento gradual y diferencial de la cuarentena para distintos sectores y territorios.
Algunos podrán reintegrarse al trabajo antes que otros; por ejemplo, los trabajadores de la construcción, siempre y cuando lo hagan sin aglomeraciones y en horario nocturno para que su desplazamiento no coincida con el de los trabajadores en bienes y servicios esenciales.
En todo caso haya que evitar al máximo las aglomeraciones. No hay espacio para espectáculos públicos y las escuelas y las universidades deberán seguir cerradas por un buen tiempo.
Los tiempos reclaman solidaridad, razonabilidad y paciencia.
Por César Ferrari y Jorge Iván González
Docentes e investigadores de la Facultad de Economía
*Este artículo hace parte de la alianza entre Razón Pública y la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia.