El Externado es una brújula para la vida personal y profesional: Sergio Díaz Granados

“La Universidad es una siembra de principios y valores que se convierten en la brújula en la vida personal y profesional”

Desde su creación, en 1968, es la primera vez que el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) tiene a un colombiano como su presidente ejecutivo, y es externadista.

Aspirar a los principales puestos en los grandes corporativos de Colombia y el mundo suele ser la meta para muchas personas, aunque la mayoría de las veces solo se quedan en sueños. Y es que para alcanzar este fin se requiere de mucho sacrificio, tesón y compromiso. Estas cualidades las conoce bien Sergio Díaz-Granados, primer colombiano en dirigir el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), un cargo que podría acariciar el ego de muchos, pero no para alguien con pies de plomo.

Para nuestro egresado subir la cuesta no ha sido fácil, su historia académica estuvo marcada por un sinnúmero de experiencias y hechos históricos que partieron la historia del país en dos. El pasado 4 de noviembre nos recibió una entrevista virtual desde Brasilia (Brasil), destacó la importancia de la Universidad en su vida personal, y en su carrera profesional. También envió un mensaje a los estudiantes que recién comienzan su carrera en la Universidad. Su relato es recorrer hitos históricos de la Universidad.

Su vida y experiencias

Nacido en Santa Marta (Magdalena), en 1968, Sergio Díaz-Granados es abogado y especialista en Gobierno y Finanzas de la Universidad Externado de Colombia. Hizo estudios de posgrado en Gerencia Pública para el Desarrollo Social en el Instituto Nacional de Administración Pública (Inap), de España, y de Derecho Constitucional en la Universidad de Salamanca (España). Fue ministro de Comercio, Industria y Turismo de Colombia; viceministro de Desarrollo Empresarial y presidente de las Juntas Directivas de Bancóldex y ProColombia. Como congresista fue presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de la Cámara de Representantes.

La importancia de su paso por la Universidad Externado de Colombia

 

  1. ¿Cuáles son sus anécdotas como estudiante en el Externado?

Hay muchas, pero voy a contar unas que son para mí muy, muy determinantes, incluso me acompañan hasta el día de hoy. 1989 es un año muy complejo para Colombia. Ese año tuvimos el pico de la violencia de los cárteles de la droga contra instituciones democráticas y de justicia. Mataron a Carlos Mauro Hoyos, a Valdemar Franklin Quintero, que era el coronel de la Policía Departamental de Antioquia, y a Luis Carlos Galán.

Recuerdo mucho mi clase de obligaciones y de negocio jurídico, tercer año de derecho. Estábamos en el auditorio principal, en el edificio D, nuestro profesor era William Namén Vargas de negocios jurídicos. El día anterior habían matado a uno de los magistrados de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia. Y llegó y nos dijo: “Imposible dar clase con lo que está pasando en Colombia. Ustedes son una generación joven en el país, y de esto que está pasando tienen que darse cuenta”. Nosotros estábamos en una burbuja, vivíamos en la Universidad como en una especie de burbuja; recuerden que no había celulares, no había internet, todo era papel con fotocopias y conversado por radio y televisión, eso era lo que había.

Ese día nació la semilla de la marcha del silencio en 1989, y el Externado fue protagonista de esa marcha. En la plazoleta de la Universidad estábamos todos los estudiantes para salir por la Avenida 26 hasta el Cementerio Central. El detonante fue el asesinato de Luis Carlos Galán. Recuerdo este episodio muy puntual por la importancia de no acostumbrarnos a las cosas malas y no perder la capacidad de asombro nunca, nunca. Esto pasó en 1989 en el Externado.

Recuerdo otra anécdota como si fuera ayer, y que además me duele mucho, porque recuerdo a uno de mis mejores amigos en la Universidad, que era de muy izquierda, y se dio porque teníamos que fundar un periódico en la Facultad de Derecho, sacamos tres ediciones. Y la primera entrevista que hicimos fue a Bernardo Jaramillo Ossa, un par de semanas antes de que lo mataran en el puente aéreo en Bogotá. Hicimos la entrevista y fuimos a hablar con él porque estábamos hablando justamente del tema de violencia política. Él era precandidato presidencial de la UP y fuimos un grupo de tres estudiantes a entrevistarlo en una casa en Teusaquillo. Y mi compañero que hizo la entrevista murió hace un año de cáncer en Florida (Estados Unidos). Él cumplió 50 años antes de la pandemia y la semana antes de que empezara el encierro a nivel global, yo fui a visitarlo por sus 50 años y nos acordamos de esta anécdota.

Mis años de la Universidad los relato como algo más allá de lo académico, años intensos que fueron para Colombia, y a nosotros nos sirvió como juventud para soñar con que el país siempre puede ser mejor, y es nuestra responsabilidad, la de todos, para que las cosas salgan bien en el país. Mis años en la Universidad los disfruté mucho, no solamente en lo académico, pero además en el Externado fue prácticamente un ambiente de mucha efervescencia y mucha crítica de lo que estaba pasando alrededor.

  1. Usted viene de una familia muy externadista. ¿La mayoría de su familia es externadita?

Mi bisabuelo fue de la primera promoción del Externado porque hacía parte de lo que llamaban el Olimpo Radical, que era un sector muy liberal a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, que es el momento en que nace el Externado. Mi bisabuelo estudió allá, mi hermano mayor también. Mi papá estudió medicina en la Universidad Nacional. Yo recuerdo que cuando estaba en mi último año de bachillerato, estaba en Santa Marta y tenía que presentarme a la Universidad, pensaba en medicina, pensé en Derecho, y cuando pensé en Derecho mi papá me dijo, el Externado, no lo piense dos veces, y mi hermano había regresado ya. Mi hermano efectivamente ha sido como una especie, no diría de tradición, pero sí con ese espíritu que deja sembrado el Externado.

  1. Además de que usted lo vivió muy de cerca, integró el Consejo Directivo

Esa es de las cosas que ha tenido el Externado y la sigue teniendo. Esa oportunidad de permitir a los estudiantes de ser parte del Consejo de la Universidad, compartir con los profesores, tener en el Consejo Directivo a Carlos Restrepo Piedrahita y luego a Fernando Hinestrosa y compartir con ellos, por lo menos tener un foro donde pudiéramos desahogar un poco el ángulo que vivíamos los estudiantes, fue muy formativo para mí. Hice parte de ese Consejo entre 1990 y 1991; mis últimos dos años hice parte el consejo estudiantil, y me acuerdo mucho que en esos años también sufrimos el asesinato de Enrique Low Murtra, quien había sido mi profesor de economía general y de economía colombiana, en segundo año de derecho.

Recuerdo que a nombre de los estudiantes me tocó dar las palabras en la plazoleta, por el asesinato de un profesor que era para todos muy respetado, muy querido, Enrique Low. Y tengo esos recuerdos también tristes de seguir viendo todo lo que nos pasó en 1986 y 1991 que fueron años muy críticos para el país y para el Externado. La primera vez que fui al Externado fue en 1985, en noviembre, estaba en la Universidad el día de la toma del Palacio de Justicia por el M19 y pude ver desde la Universidad lo que sucedió y lo que eso significó.

Era un estudiante de provincia y venía de un colegio de clase media de Santa Marta, y llegar a ver esto en la Universidad, ver lo que pasó y escuchar a los estudiantes sobre lo que pasaba. Se oían las bombas, y desde el mezzanine frente a la biblioteca se veía perfectamente la columna de humo del Palacio de Justicia. Obviamente no estaban los edificios que hay hoy, porque ahí era el sitio del parqueadero occidental del Externado.

Hablo de un estudiante de provincia de 17 años, parado en el mezzanine de un edificio que me parecía gigantesco porque yo venía de un pueblo. Realmente fue un choque y casi fue una aproximación real a lo que estaba pasando en Colombia, porque en provincia, en esa época, uno en Santa Marta vivía una vida muy ingenua, y Bogotá era una cosa que se oía en televisión veinte minutos a blanco y negro en un noticiero. Era como otro país distinto. Nosotros vivíamos en un mundo distinto, en tiempo y espacio distinto. Y llegar a Bogotá fue como un sacudón a la realidad. Marcó mi vida.


Memorias en la Universidad Externado de Colombia

  1. Le quiero preguntar su cercanía con el rector Fernando Hinestrosa y el entonces secretario general, Hernando Parra, que ahora es rector. ¿Cómo fue su relación?

A mí me dio clases el profesor Fernando Hinestrosa el primer semestre del segundo año de Derecho en Derecho Romano. Pero a él ese año lo nombraron embajador en el Vaticano, él regresa como rector y profesor, yo estaba en cuarto año de derecho, me tocó la relación con él. Además, en el Consejo Directivo de la Universidad las reuniones terminaban muy tarde, a las 10 p.m. u 11 p.m.; era una época compleja, porque para uno de estudiante caminar por la calle 12 no era muy seguro. El profesor Hinestrosa siempre me ofrecía llevarme, muchas veces salí con él, y me llevaba en su carro. Manejaba él mismo en esas épocas difíciles de la violencia en Colombia. Tenía un Volkswagen Scirocco, color azul, y lo conducía a toda velocidad por la Circunvalar.

Parecía un imposible que, como estudiante de derecho venido de provincia, tuviera la oportunidad de poder conversar con una persona como Fernando Hinestrosa. Hablábamos en el carro de los viajes de él, de la política, del entorno. Entonces logré tener una comunicación con él, que, a mi juicio, fue muy formativa por el consejo que siempre brindaba, porque él tenía una frase para resumir situaciones, pero uno como que elucubraba y no entendía. Porque si uno pensara en las fábulas de Esopo, la moraleja de la fábula de Esopo, lo entendería; esa era la frase de Fernando Hinestrosa. Y bueno, adquirí un hábito.

Mi hábito fue que cada vez que iba a cambiar de trabajo, o iba a tomar una decisión radical en mi vida laboral, iba donde él a pedirle consejo. En el año 1994 le dije que quería ser candidato al Concejo de Santa Marta; a mí me gusta la política. Me dijo: “Perfecto, pero se compromete conmigo a que se va a graduar”. Yo le dije: regreso y me gradúo; porque había suspendido todo por irme hacer política. Y regresé en abril de 1995 con todo listo para graduarme. Estaba en la secretaría de la Universidad, con doña Rubí, terminando de entregar los papeles que faltaban para el grado, y saliendo me lo encontré en el pasillo, y le dije: “Rector, quiero decirle que soy electo concejal”; era presidente del Concejo de Santa Marta, tenía 25 años. Me dijo: ¿El grado? Vengo a decirle que ya tengo todo listo para graduarme. “Yo lo gradúo personalmente”, dijo. Me graduó personalmente en su oficina. Estuvimos en ceremonia privada con mi papá, que estaba muy enfermo (murió a los pocos meses). Era gran amigo de él, se conocían. Compartían mucho del pensamiento liberal; me quedó esa foto de mi papá, con él y yo. Esa ceremonia la llevó en el corazón. Luego, cada año volvía y lo visitaba por alguna razón.

La última vez que hablé con él fue cuando me nombraron ministro de Comercio, Industria, Turismo. El presidente Juan Manuel Santos me ofreció el ministerio el 7 de julio del 2010. Entonces, inmediatamente que lo hizo público, llamé al rector. Estuve en la Rectoría de la Universidad Externado de Colombia hablando con él personalmente. En esos días se recuperaba del cáncer que lo aquejaba; fue un día muy bonito. A los pocos meses me llamó para decirme que necesita hablar conmigo, no aceptó que lo visitará en su oficina, él quería ir a mi oficina. Yo, a pesar que era el ministro de Comercio, me seguía sintiendo pupilo de él, seguía siendo el alumno y lo veía como el profesor.

Efectivamente, lo recibí y tratamos sobre temas de Colombia, los mercados, el Código de Comercio, y de una cantidad de temas de los que él quería hablarme. En otra ocasión fuimos a un evento con motivo de los 40 años de la Facultad de Turismo. Él había sido el rector que propuso la creación de la Facultad de Turismo. Siempre tuve una relación con él muy, muy intensa. Y siempre lo recuerdo con mucha gratitud, por sus consejos, por su compañía.

Y con Hernando (el rector actual) pasó una cosa también muy singular, fue compañero de mi hermano José Ignacio en la Universidad, en la Facultad de Derecho, buenos amigos y yo siempre tenía el nombre de Hernando en la cabeza por esa razón. Lo veía siempre como monitor, como asistente, como profesor, en su inicio a finales de la década de los años ochenta, comienzos de los noventa. Siempre era una persona que veíamos con admiración, por el respeto profesional que todo el mundo le tenía en la Facultad de Derecho. Me alegro muchísimo su elección como rector. Creo que esa transición que se hizo entre Juan Carlos Henao y él fue fabulosa. Juan Carlos hizo un gran trabajo también. También fue mi profesor de derecho contractual, yo fui la primera profesión de Juan Carlos Henao en responsabilidad contractual del Estado.

  1. A qué le atribuye Sergio Díaz-Granados, presidente de la CAF, el hecho de que profesionales de la Universidad Externado de Colombia ocupen cargos tan importantes

Creo que es, por supuesto, más allá de la calidad académica, por la responsabilidad que tiene la Universidad con los estudiantes. Hay un ambiente que la Universidad forma, un espíritu que es a la vez crítico y tolerante, que a la vez es de libertad, pero también de responsabilidad. Creo que uno en la vida comienza a valorar esa lección, que es casi que de cocción lenta en los cinco o seis años siguientes que ya no está en la Universidad. Al final del día más que el título y los conocimientos académicos que son útiles, lo que le queda a uno es una siembra de principios y valores que se convierten en la brújula en la vida personal y profesional. Pienso que eso fue lo que la Universidad me dejó. Me acuerdo, obviamente, de los conceptos jurídicos que aprendí en mi clase de derecho romano con la profesora Emilssen González de Cancino, o mis clases de derecho penal con el profesor Antonio José Cancino; tengo los recuerdos muy vivos de mis profesores. Por ejemplo, de Juan Carlos Esguerra, que fue mi profesor de derecho administrativo y después fuimos compañeros de gabinete, y siempre lo tomaba del pelo. Si digo algo mal es su culpa, porque fue mi profesor.

«La Universidad es una siembra de principios y valores que se convierten en la brújula en la vida personal y profesional.»

Más allá de lo académico, lo cierto es que la Universidad forma en principios y valores. Siento que cualquiera de los que hemos tenido responsabilidad en el sector privado o sector público, al final del día lo que hemos tratado es de usar bien esa brújula que nos regaló el Externado.

  1. ¿Cuál es ese mensaje o iniciativa que usted les propone a los estudiantes del Externado, para que lleguen a cargos o tengan un perfil profesional como el suyo?

Creo que, primero, tienen que sintonizarse bien de cuál es su vocación y tratar de emplearse a fondo en esto. Si la vocación es de servicio público, entréguense y abracen esa causa con pasión y dedicación. Que cada quien identifique cuál es su vocación. Por ejemplo, en mi caso, siempre he pensado que mi vocación es el servicio público. Yo creo que es importante entenderse uno mismo hacia adentro. ¿Cuál es mi vocación? Dónde creo yo que puedo servir mejor a la sociedad, ya sea un sector privado, filantropía, gobierno, y entender bien la vocación y aprovechar los años de universidad. Filosofar es hacerse preguntas. Uno debe aprovechar esos años en la universidad para hacerse preguntas y tratar de responderlas. Más que aprender textos, se trata de hacerse preguntas y responderse a uno mismo. Y al finalizar esos años maravillosos de universidad, y haber tenido el privilegio de compartir con grupos de distinto origen, lugar, pensamiento, uno termina permeándose de todo lo que está a su alrededor.

La clave está que cuando uno va a la universidad debe tratar de abrir lo más posible la mente y el espíritu para recibir lo bueno de todos. Porque el estar metido en un salón de clases con gente que viene de distinta formación, sesgo, o estudio, ayuda como persona a mejorar. Y eso lo aprendí cuando llegué al Externado. Yo venía de un colegio de provincia donde todos éramos costeños, todos samarios, mixto, por tanto, para mí no se produjo choque alguno llegar a una universidad. A veces les pasaba a muchos de mis colegas que estudiaban en colegios masculinos o femeninos y les daba cierto temor interactuar porque no sabían cómo.

Entonces, creo que cuando uno llega a la universidad la diversidad es un valor importante, por eso ahora que levantaron la bandera sentí mucho orgullo porque, al final del día, de eso se trata, de reconocer ese espacio, como un espacio que representa toda Colombia. Y uno en la práctica lo que vive en la universidad es eso, es poder entender la diversidad, la tolerancia, y poder ejercer responsablemente la libertad.


Una mirada a la pandemia y el proceso electoral en Colombia

  1. La pandemia nos ha dejado un reto muy grande a todos los niveles, en educación, en lo económico, pero para esa reactivación del país usted como presidente de la CAF en qué aspecto cree debemos enfocarnos para enfrentar la crisis.

Hay muchas aproximaciones al desafío de la pandemia, pero me voy a referir a una que, en lo personal, desde CAF, es la que más me interesa. La primera, es que tenemos claro qué es lo que pasó con la pandemia. En general, es un problema de la relación del hombre con la naturaleza. El problema de la pandemia es esencialmente eso, nosotros hemos cruzado umbrales que no debimos haber cruzado, nos hemos acercado tanto y eliminado tanta biodiversidad en el planeta que hemos comenzado a generar este tipo de problemas, algo que ya han venido advirtiendo los científicos desde hace más de 15 o 20 años que esto no iba a pasar.

La pandemia es un evento que a todos nos cogió por sorpresa: a los gobiernos, a las empresas, a los hogares. Pero esto ya estaba advertido por la ciencia, porque interrelación hombre-naturaleza, sobre todo en el siglo XX, ha sido la más equivocada. Hemos tenido victorias en unas cosas y grandes retrocesos en otras.

Entonces, cuando uno está en un banco de desarrollo como este nuestra función es ayudar a financiar el desarrollo de la región. Yo lo que le transmito al equipo es que este banco tiene que moverse en dirección de lo que puede descarrilar definitivamente a América Latina y el Caribe, que es justamente esta relación del hombre con la naturaleza. Tenemos que ver cómo reposicionamos mejor esa relación y ayudamos a los gobiernos, a la sociedad y al sector privado a mejorar nuestra relación la naturaleza.

El más reciente aporte ha sido ayudar a los países y sistemas sanitarios a proveer financiamiento para comprar las vacunas, proveer financiamiento para mejorar el sistema hospitalario. Hay una factura que no hemos pagado y que será, a mí juicio, una de las más costosas. Tenemos 145 millones de jóvenes en América Latina por fuera del sistema educativo. Entonces, esa factura la estamos discutiendo en el banco. Se estudia la manera para poder resolver el problema de estos veinte meses en los que los jóvenes, niños de América Latina, desde México, hasta Argentina, han quedado sin ningún tipo de acceso a la educación y, peor aún, con una gran inequidad, porque una buena parte esos jóvenes de América Latina y el Caribe sí pudo ir a los colegios privados y pudo tener educación durante 20 meses. De tal modo, se aumentará más la grieta de inequidad si no cerramos la brecha que tenemos en educación.

Luego, viene una reflexión adicional producto mismo de la pandemia que nos obliga a pensar en el cambio climático y la biodiversidad. América Latina no es la región que más contamina, pero sí una de las regiones más vulnerables al cambio climático, y, por lo menos, creería, 10 o 12 países de la región están entre los 20 que más impacto recibirán por el cambio climático. Recientemente salió un mapa de calor con la intensidad de las zonas donde será más difícil vivir en los próximos 50 a 60 años, si seguimos como vamos. Colombia tiene prácticamente 40% del territorio en esa intensidad.

Nuestra función es tratar de ayudar a corregir el rumbo. Y en eso estamos en el Banco de Desarrollo, el trabajo con el equipo interno va en esa dirección para mejorar la relación del hombre con la naturaleza y entender que América Latina necesita, sobre todo, un financiamiento al desarrollo que vaya en la dirección de proteger a la región, adaptarse al cambio climático, y proteger la biodiversidad.

  1. Colombia enfrenta un proceso electoral que viene antecedido de toda la crisis que nos dejó la pandemia. Tenemos más de 60 candidatos. ¿Qué dice esto sobre la democracia en Colombia?

No puedo opinar sobre política. No quiero opinar sobre Colombia en el tema electoral, pero simplemente diría una cosa, en general, y es que es una región que ha ido moviéndose desde la democracia. La democracia siempre está presente en una elección. Es importante defender los valores democráticos, yo diría que es fundamental la democracia y la libertad para resolver nuestras diferencias, y que para tramitar cualquier diferencia hay que preservar los valores democráticos. Ese sería mi mensaje general.