«El Externado tiene casa propia, la criatura no morirá”: Ricardo Hinestrosa
En 1942 la Universidad tuvo su primera sede propia en el barrio Santafé (carrera 16 n.º 24-45), en 2022 esta casa cerrará sus puertas. La despedida.
“La vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla”, reinterpretando a Gabriel García Márquez para contar la historia de la casa familiar externadista que en 2022 cierra sus puertas para siempre. Se trata de la sede propia en el barrio Santafé (carrera 16 n.º 24-45), ese claustro que en 1942 albergó una generación de abogados externadistas que guardan en su memoria las amistades, las enseñanzas, las alegrías y hasta las tristezas.
Sus egresados evocan con nostalgia esa juventud que ya se fue, los amigos que ya partieron, los sitios de encuentro como La Colombianita, y un café billar en el que aguardaban su turno para presentar los exámenes. Era una época sin teléfonos móviles, sin carros, una era en la que aún se disfrutaba la interacción cara a cara, quizás por esto se lograron tejer lazos de hermandad que el tiempo no podrá borrar.
Vivirán los recuerdos
“Éramos solo Facultad de Derecho. De tal manera que todos nos conocíamos, la sede no tenía la amplitud de ahora, ni los jardines, compartíamos la vida. En época de exámenes podíamos llegar a la clase de las 7 a.m. y estar hasta la medianoche, compartíamos de todo, conocíamos a todos los profesores. Yo salí en 1964, para ese entonces solo dos alumnos tenían carro, los demás llegábamos en taxi, colectivo, en bus, a pie. No como ahora que los parqueaderos tienden a ser más grandes que la superficie que cubren las aulas”, recuerda Emilssen González de Cancino, directora Departamento de Derecho Romano en Universidad Externado de Colombia.
La Universidad contaba solo con un teléfono público, siendo este el único medio de comunicación para noticias buenas, malas y hasta bromas. “De pronto alguien gritaba, fulanito de tal, al teléfono, pero a veces la llamada no era cierta, era solamente para que se saliera de la clase”, afirmó González de Cancino. Entonces, aquel teléfono tiene muchas historias, una de ellas la relató Alfonso Gómez Méndez (ex fiscal, ex ministro y ex procurador), en los 135 años de la Universidad.
“Cuando yo estaba en primer año murió mi papá. ¿A dónde más me llevaban la noticia, si no a la Universidad? Eliécer (el portero) me fue a buscar al salón a decirme que me llamaban de Chaparral… Se supo la noticia, porque todo era pequeño. Cuando regresé del Tolima, doña Elvinia, la secretaria, me entregó un cheque que me había dejado el profesor Samuel Finkelnstein… Cuando mi grado, recuerdo la forma tan afectuosa como [el doctor Hinestrosa] saludó y trató a mi mamá, que venía por primera vez a Bogotá. Esa era la Universidad”, relató Gómez Méndez.
Y entre tantas historias cada egresado guarda en su memoria la imagen indeleble de su experiencia universitaria, “estudié dos años con bancas de iglesia, los apuntes los escribía encima de las rodillas. En esa sede empezó mi vida profesional, conté con los mejores profesores de derecho, entre ellos: doctor Ricardo Hinestrosa Daza, Arturo Valencia Zea, y otros que representan lo más grande de la jurisprudencia colombiana. Es una sede que tengo en el corazón, llena de romanticismo y recuerdos, yo fui compañero de Alfonso Reyes Echandía, brillantísimo estudiante, mis grandes amigos nacieron allí en la Universidad”, expresó el doctor Jorge Restrepo Potes.
Aquella casa de la calle 24 también será recordaba por ser el refugio de sus estudiantes. Allí vivieron Alfonso Reyes Echandía, expresidente de la Corte Suprema, uno de los externadistas asesinado en el Palacio de Justicia; Bernardo Alzate de la Pava y Teodosio Valera, hijo de Juan de la Cruz Varela.
También están las bellas historias de amor, la de Emilssen González de Cancino y Antonio José Cancino Moreno, “no nos hicimos novios rápidamente”, cuenta la doctora Emilssen, mientras recuerda los momentos que compartieron en el aula, el reto de ser docentes y como supo de él en una campaña al consejo directivo.
“Yo no identificada a Cancino. Cuando estábamos en quinto año, el hizo campaña para el consejo directivo y me acuerdo que un gran amigo, que después fue director de la Radio Nacional en Suiza, me dijo, vota por Cancino, le dije: pero, ¡si ya va a salir!, ¿cómo que va a ser representante a los estudiantes? Un día iban hablar los candidatos, yo estaba en la biblioteca, me asomé a la escalera dónde iban a hablar, lo reconocí, pero una vez inició su perorata, y le salió un gallo, no lo dejaron hablar más”, recuerda entre risas su compañera de viaje.
Estas y muchas historias de los viejos pupitres de la calle 24 con carrera 16 quedarán en la memoria y corazón de los externadistas quienes compartieron su vida en un centro de enseñanza y de pensamiento para la libertad. El destino puso hoy el punto final, para dar paso a la construcción del metro de Bogotá, pero, como lo dijo el rector Ricardo Hinestrosa Daza al dar al servicio esta que fue la primera sede propia del Externado en 1942 en el barrio Santafé, “el Externado tiene casa propia, la criatura no morirá”.