La promoción 91-92 de la Facultad de Comunicación Social – Periodismo celebró sus 30 años de graduación
En un memorable encuentro, 42 egresados se reunieron para recordar anécdotas, hablar de su trayectoria profesional y de lo que ha significado llevar el talento externadista a diferentes organizaciones y lugares del mundo.
Hay tres cosas que unen a esta gran generación de profesionales: todos(as) fueron entrevistados(as) por el doctor José de Recasen; iniciaron su carrera el 23 de junio de 1987 y cada uno representa con orgullo a su Facultad y a su alma máter.
El pasado tres de septiembre la espera terminó y por fin todos se volvieron a reencontrar, 31 de ellos(as) de forma presencial y 11 por la plataforma Zoom. Marcela Grosso, Rocío Pinzón y Julio Gordillo fueron los encargados de toda la logística que incluyó música, comida, agendas y camisetas. Liliana León envió desde Miami un ponqué y Claudia Ramírez y Yali Triana hicieron llegar un backing desde Europa.
El lugar elegido para este momento especial fue Vega & Jaramillo Comunicaciones, agencia de comunicaciones de dos externadistas de esta generación: Adriana Vega y Felipe Forero. Además, donde trabajan Alejandro Fernández y Luis Alberto Ordóñez.
Compartimos un fragmento que nos hace llegar Víctor García, integrante de esta generación:
El 3 de septiembre quedó en la historia de nuestra existencia: el reencuentro 30-31 años después de graduarnos como Comunicadores Sociales-Periodistas en la Universidad Externado de Colombia. Un reencuentro que iba a cambiar esa imagen de cada uno de nosotros, que había quedado por tres décadas congelada en nuestra memoria. Una imagen nítida de jóvenes con ganas de tragarse el mundo. Llenos de sueños, ilusiones y con la fuerza de un ciclón sin retorno.
Ahora, esa misma fuerza que se apoderó de cada uno(a) para llevar a cabo nuestros(as) objetivos en este trayecto. Objetivos certeros que, con los días, meses y años, nos convirtieron en seres de más kilometraje y en protagonistas a gran escala, cada uno, de nuestra propia vida. Lo que antes veíamos lejano, el futuro se fue transfigurando en presente y fue ahí donde nos medimos el aceite para entrar a lograr nuestros objetivos y moldear como orfebres la mejor versión de cada uno(a)
Y 31 años después nos volvimos a encontrar, ¡qué privilegiados somos! Nos volvimos a encontrar con los recuerdos y nos reencontramos con nosotros(as) mismos(as) y con los(as) compañeros(as) con los(as) que habíamos compartido aquellos años maravillosos y que hoy, desde luego, son mejores años.
Ese encuentro fue, indudablemente, el espejo para reflejarnos tal cual somos, sin filtros, sin luces que nos difuminaran las imperfecciones. Nos miramos a los ojos, sonreímos, erizamos el alma y nos abrazamos en un sentir de humanos maravillados con lo maravillosa que es la vida: ayer jóvenes llenos(as) de sueños, hoy adultos jóvenes llenos de realidades. Bailamos, cantamos y reímos; en medio de la euforia comprendimos que habíamos crecido para siempre.
No hay retorno. Lo que hay es camino para seguir andando, creciendo y seguir construyendo. Pero, sobre todo, camino para ser mejores personas cada día y ganarnos un nuevo grado: el del deber cumplido por el paso de esta vida. Gracias a la vida, gracias a Dios nos conocimos para hoy darnos cuenta, 31 años después, que estaba escrito y decretado que íbamos a ser cómplices de sueños inconmensurables que, como una exhalación, fuimos haciéndolos tan tangibles que hoy es tiempo de cosecha. Gracias por tanto. Nos lo merecemos por luchadores, por soñadores y por buenas personas. Gracias por reencontrarnos, por compartir experiencias.
¡Enhorabuena, parceros(as)! Sigamos caminando porque aún hay mucho por recorrer y por obtener. No nos detengamos, no nos doblemos, no miremos hacia atrás. ¡Ya no hay tiempo! Nunca olviden lo que siempre les dije a cada uno(a): la pasión derrumba las murallas de la adversidad. Se puede tener talento, inteligencia, dinero, éxito, poder, pero sin pasión nada se apalanca con certeza. Y lo digo con conocimiento de causa: cuando todo parece imposible, la pasión, si la ponemos de nuestro lado, derrumba cualquier obstáculo. Yo soy la prueba fehaciente de ello, y lo digo sin falsa modestia.
Gracias a todos(as) por este reencuentro. A los(as) que estuvieron, les mando un abrazo desde el alma. A los que no, también. Gracias a los(as) que hicieron posible este reencuentro: Rochie, Marce, Adri, Luis Felipe. Gracias a la generosidad de Maritza, Cló, Yali, Liliana León, Julio Enrique, Leka, Claudia Guerrero… Gracias, gracias a todos(as) y a los que no nombro. Gracias por la felicidad infinita de habernos vuelto a ver y de compartir sus historias inspiradoras… 31 años después. ¡Gracias!