Resolución regional de conflictos y su incidencia en el posicionamiento internacional de potencias emergentes del Sur Global. Un análisis de África, Asia, América Latina y Oceanía

El Sistema Internacional está experimentando actualmente un gran cambio en sus estructuras de poder, tal vez el más importante en la historia reciente. La influencia de antiguas súperpotencias como el Reino Unido y Francia ha disminuido considerablemente mientras que la de países emergentes del Sur Global como China, India o Brasil continúa incrementándose. El proceso es tan evidente que incluso el estatus de Estados Unidos como única súperpotencia está actualmente en debate con el ascenso de China y Rusia. Pero más allá del reciente posicionamiento de países emergentes como Rusia, China, India o Brasil, existe un grupo de países más pequeños pero cada más importantes que también están emergiendo. Y aunque estos no tienen aspiraciones de convertirse en súperpotencias o cambiar radicalmente las reglas del sistema internacional, sí están interesados en modificar las relaciones de poder y aumentar su influencia en el mundo. Sudáfrica, Turquía, Indonesia, Nigeria, México, Egipto, Vietnam, Pakistán, Arabia Saudí e incluso Colombia son generalmente reconocidos como parte de esta categoría de nuevas potencias emergentes del Sur Global (Harrison, 2015; Hawksworth & Chan, 2015; Huijgh, 2016; Huijgh & Warlick, 2016; Jost, 2012; Kaur & Kaur, 2015; Mohan, 2016; Nel & Nolte, 2010; Nolte, 2010; Vieira, 2011). Según Detlef Nolte, el poder y la influencia de un país en el mundo se pueden entender a través del análisis de tres variables: recursos de poder (capacidad), voluntad (liderazgo) y reconocimiento internacional. Si bien los recursos de poder están determinados principalmente por las características internas del Estado, las otras dos variables (voluntad y reconocimiento internacional) dependen en gran medida del accionar del Estado en el mundo. Para las potencias emergentes del Sur Global, el liderazgo dentro de sus regiones es fundamental no sólo para su posicionamiento internacional sino también para influenciar la forma como otros Estados los perciben. En otras palabras, la voluntad de ser potencia influye directamente en la percepción del país como potencia emergente por parte de otros Estados y del Sistema Internacional como un todo. A pesar de que existe un consenso frente a la necesidad de que las potencias emergentes del Sur Global jueguen un papel estabilizador en sus regiones (Alden & Soko, 2005; Almeida Cravo, Hornsby, Nascimento, & José Santos, 2014; Bawa, Bohler-Muller, Fikeni, Zondi, & Naidu, 2014; Breuning, 2007; Chenoy & Chenoy, 2007; Cooper & Antkiewicz, 2008; De Almeida, 2007; De Bruyn, 2013; Destradi, 2008, 2010; Dieckhoff, 2014; Ebert, Flemes, & Strüver, 2012; Flemes & Costa Vaz, 2011, 2014; Flemes & Wojczewski, 2010; Goldstein, 2001; Khadiagala & Nganje, 2016; MacFarlane, 2006; Naidu & Vickers, 2014; Nathan, 2005, 2012; Nel & Nolte, 2010; Nolte, 2010; Özkan & Akgün, 2010; Prys, 2010; Ryerson & Dewitt, 2006; Schoeman, 2003, 2015; Schraeder, 2001; Segesvary, 2004; Thies, 2014; Van der Westhuizen, 1998), los análisis que se han realizado hasta el momento se centran en el impacto que ha tenido la participación de la potencia emergente en la resolución del conflicto en otro país de la región. Sin embargo, estos análisis han ignorado en gran medida las consecuencias que tiene la participación en iniciativas de resolución de conflictos regionales para el posicionamiento continental y global de las potencias emergentes del Sur Global.