Frentes Solidarios de Seguridad Ganadera: una iniciativa con vacíos que sigue dejando muchos interrogantes, retos y desafíos
Por: Andrés Macías Tolosa, docente y coordinador del Grupo de Investigación OPERA de la Universidad Externado de Colombia.
Es innegable la compleja situación de seguridad y violencia que vive el país, tanto en las principales ciudades como en los territorios rurales y alejados de las grandes capitales. En medio de ese contexto, la reciente propuesta liderada por la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegan), de conformar Frentes Solidarios de Seguridad Ganadera (FSSG), ha generado una enorme controversia en ámbitos políticos y académicos. La discusión que se ha suscitado gira en torno, por un lado, a los altos niveles de inseguridad que viven ganaderos y campesinos en diferentes territorios del país y que motiva a algunos de sus líderes a proponer alternativas como ésta, ya que ven que la labor de las autoridades no es suficiente; pero por otro lado, la sola idea de tener campesinos y ganaderos asociados, brindando apoyo a tareas de seguridad, lleva a un inmediato rechazo por la sombra que el legado del paramilitarismo genera sobre ese tipo de iniciativas.
Esa controversia se intensificó hace pocos días, luego de que se diera inicio al ejercicio piloto de estos frentes en Cesar, específicamente en territorios como Aguachica, Bosconia, Pailitas, Chiriguana, Becerril, Codazzi, y Valledupar. Desde Fedegan se argumenta que son una herramienta similar a los Frentes de Seguridad Local (FSL) que se empezaron a consolidar en las ciudades del país desde 1995, pero esta vez con un enfoque más rural, ya que, según la Federación, la naturaleza de los FSL no abre un espacio para territorios alejados de las zonas urbanas.
Y es que este tema puede complejizarse aún más, si se enmarca en la discusión sobre el alcance que pueden tener las diferentes expresiones privadas de seguridad, desde las compañías de vigilancia y seguridad privada -que operan legalmente desde 1994, supervisadas por la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada-, hasta las guardias indígenas, cimarronas y campesinas.
Precisamente por eso, y para comprender los retos y desafíos que pueden tener los Frentes Solidarios de Seguridad Ganadera, es necesario revisar qué son los FSL y contrastarlos con el objetivo puntual detrás de la iniciativa de los frentes ganaderos.
¿Qué son los Frentes de Seguridad Local?
Los FSL se empezaron a constituir en el país desde 1995, cuando la Directiva Permanente No. 014 de la Policía Nacional los reglamentó. En ese momento, los frentes se concibieron como organizaciones comunitarias, voluntarias, libres y espontáneas, con un campo de acción limitado a una cuadra o un barrio, orientadas a desarrollar programas cívicos, prevenir la delincuencia y fomentar la convivencia ciudadana pacífica, siempre bajo el liderazgo de la Policía Nacional y sin asignación alguna de recursos púbicos.
En ningún momento se plantea que esas organizaciones puedan reemplazar la labor policial o asumir tareas propias de impartición de justicia; por el contrario, su esencia siempre ha sido fomentar el liderazgo cívico y la capacitación de la comunidad para apoyar a la Policía Nacional.
Con el pasar de los años, los FSL se fueron incorporando a planes y políticas locales de seguridad, e incluso se podría afirmar que han jugado un rol importante en el Modelo Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes como parte del compromiso de corresponsabilidad de la ciudadanía en materia de seguridad y convivencia.
El apoyo que los FSL le brindan a la fuerza pública se circunscribe en la prevención, incluyendo capacidades de autocuidado, autorregulación y solidaridad comunitaria. Para ello, se diseñan canales de comunicación directa entre la Policía Nacional -mediante los uniformados ubicados en los cuadrantes- y líderes de la comunidad y miembros del frente de seguridad respectivo. Esos canales resultan de gran utilidad para alertar sobre situaciones o actividades sospechosas, servir como sistemas de alarma, y ampliar la cobertura de cámaras de vigilancia, entre otros, logrando como fin último convertirse en elementos de disuasión y de asistencia a la Policía Nacional para reaccionar de manera inmediata.
Puntos clave de los Frentes Solidarios de Seguridad Ganadera
La propuesta que explicó recientemente el general en retiro, Fernando Murillo, asesor de Fedegan, con relación a los Frentes Solidarios de Seguridad Ganadera, indica que estos se basan en cuatro líneas de trabajo: convertirse en una herramienta de alerta temprana de carácter preventivo -que motive brindar información y alentar la denuncia-; respaldar la labor institucional liderada por la Policía Nacional; establecer una ruta para reaccionar frente a hechos delictivos -reacción que se orienta a definir a qué actor llamar o contactar en el momento del hecho-; y finalmente, hacer un trabajo de seguimiento y veeduría a los resultados de las autoridades.
Su razón de ser parte del incremento de delitos como secuestro, extorsión y abigeato, y al considerar que los esfuerzos que realiza la fuerza pública en sus territorios no es suficiente, se recurre a la figura de los FSL para ser adaptada a las zonas rurales. Esta no sería la primera vez que el modelo de frentes de seguridad se adapta a un entorno diferente al barrio o la cuadra, ya que experiencias previas como los Frentes de Seguridad Empresarial evidencian que tiene el potencial de brindar resultados positivos.
No obstante, hay algunos puntos de esa iniciativa que despiertan algunos interrogantes. En primer lugar, desde la presidencia de Fedegan, más allá de lo expuesto por el general Murillo, se brinda como justificación adicional a la conformación de los frentes, que estos buscarían construir relaciones estrechas con la fuerza pública y así evitar que uniformados consoliden alianzas con la criminalidad mediante las cuales se faciliten hechos delictivos contra ganaderos y campesinos. Partir de ese supuesto implicaría que, desde un principio, se sospecha de la Policía Nacional, de su transparencia y operatividad, y bajo esa línea, difícilmente se podrían edificar relaciones de confianza, respeto y armonía entre la comunidad y los uniformados.
En segundo lugar, la articulación de los FSL con la Policía Nacional se logra a través de los cuadrantes; la figura de los cuadrantes permite una reacción rápida ante cualquier llamado de alerta. Sin embargo, en zonas rurales, como bien lo sugiere el mismo Fedegan, no aplica ese mismo modelo de cuadrantes, pero la propuesta de los frentes ganaderos no expone cómo se esperaría lograr esa respuesta inmediata. Y sin esa posibilidad, la naturaleza del frente de seguridad queda en entredicho, ya que abre la puerta a que sean los mismos civiles quienes tomen acción.
Y en tercer lugar, los FSL se han erguido para apoyar a la Policía Nacional en su labor contra la delincuencia común -que opera principalmente en zonas urbanas-. Pero dentro de la justificación de la existencia de los frentes ganaderos, se ha resaltado que los principales actores detrás de la extorsión, la amenaza y el abigeato son grupos armados al margen de la ley. Las estrategias e iniciativas para contrarrestar a la delincuencia común difieren de las que se utilizan para enfrentar grupos armados ilegales, y es precisamente allí donde hay un vacío sin respuesta en la propuesta de los frentes ganaderos, con relación a la articulación que debería tener la comunidad con la fuerza pública para enfrentarlos.
Retos y desafíos que plantea la propuesta de los frentes de seguridad ganaderos
De lo mencionado hasta el momento, la idea de lograr fortalecer las relaciones comunitarias y de consolidar el tejido social alrededor de necesidades comunes -que para este caso es la seguridad-, siempre será un objetivo muy positivo; más aún cuando se busca hacerlo apoyando a la fuerza pública y a las demás instancias institucionales. Sin embargo, si bien los FSSG tienen ese elemento comunitario como su base, la ruta para lograr articularse adecuadamente con la Policía Nacional aún no es clara. Antes de entrar a operar, es necesario contar con el liderazgo de la Policía Nacional en su conformación y funcionamiento, para así evitar que una buena iniciativa termine trayendo más perjuicios que beneficios. Además, ese liderazgo en la articulación comunidad-fuerza pública cobra aún más pertinencia en un contexto en el que se cuenta con un pie de fuerza insuficiente para cubrir grandes extensiones de territorio. En buena hora, el Director de la Policía Nacional, el General Willilam Salamanca, ha expresado su disposición discutir la propuesta.
Atado a lo anterior, el liderazgo de la Policía Nacional en la estructuración de los FSSG permitiría establecer un modelo de supervisión y vigilancia de los frentes de seguridad. En caso de continuar con la iniciativa de los FSSG, una instancia se supervisión y vigilancia, compuesta por actores estatales y civiles -independientes del frente de seguridad específico-, resultaría vital para evitar que vuelva a surgir un fenómeno como el que ya se vivió en el país con el paramilitarismo. Esa tarea de supervisión y vigilancia podría estar encaminada, por ejemplo, a asegurar que quienes hagan parte de los frentes cumplan su compromiso no estar armados; que se limite la posibilidad de realizar patrullajes conjuntos -para evitar convertirse en grupos de vigilantismo-, entre otros.
Y finalmente, como lo plantea el General Murillo, los frentes ganaderos esperan poder hacer un seguimiento y veeduría a los resultados de la Fuerza Pública. ¿Pero, hasta dónde puede llegar ese ejercicio de veeduría? Además del componente rural, esa tarea de seguimiento y veeduría es, tal vez, el rasgo más diferenciador y preocupante de los FSSG frente a los FSL y se convierte en un punto sobre el cual no creo que la Fuerza Pública y el Estado colombiano estén dispuestos a ceder.
Mientras que los frentes de seguridad sigan siendo una iniciativa ciudadana, de carácter netamente civil y preventivo, de cara exclusivamente a apoyar la labor de la Policía Nacional -en lugar de reemplazarla o suplirla-, siempre serán bienvenidos. En el caso de los FSSG, eso aún no es tan claro.