Don Samuel: tres décadas de dulzura y resiliencia en el corazón del Externado
Samuel Eduardo Bautista, conocido como "Don Samuel", lleva más de 30 años siendo parte integral de la vida universitaria del Externado de Colombia. A pesar de las adversidades, su resiliencia y amabilidad lo han convertido en un símbolo de perseverancia y comunidad, merecedor de un homenaje que celebra su incansable dedicación y espíritu generoso.
En la intersección entre la Carrera 4°Este y la Carrera 5°Este, entre las 7 de la mañana y las 5:30 de la tarde, un hombre con arrugas en su rostro, cabello blanco y dos muletas a su lado derecho se encuentra sentado bajo una caseta fabricada con metal. Habla regularmente con los vigilantes y recibe a uno que otro cliente que quiere comer dulces después del almuerzo o fumarse un cigarrillo en la mañana.
Se trata de Samuel Eduardo Bautista, una de las personas más queridas por las(os) estudiantes y administrativos que llegan al campus, quienes lo hacen parte de la comunidad externadista. Y no es para menos, don Samuel lleva más de 30 años en el mismo lugar tratando de llevar un sustento para su familia y defendiendo un lugar que, pese a ser público, termina siendo un punto de referencia para quien transita por nuestra Casa de Estudios.
“Yo conozco a don Samuel desde que era estudiante, pasaba por ahí y le comprábamos dulces o papas, ya es parte de nosotros”, dijo Jennifer Lis Cortés, jefe de la oficina de eventos y externadista desde hace más de 10 años.
Este hombre, que ya sobrepasa los 70 años, prestó servicio militar en los años 80 y, posteriormente, trabajó en el sector de la construcción y decidió dedicarse a la venta ambulante luego de que no le dieran trabajo.
“Yo vendía mis dulces por Monserrate y la Media Torta, pero un día pasé por la Universidad, vi que estaban en grados y me quedé. Ha sido un poco complejo porque me intentaron sacar muchas veces las personas de vigilancia, y sé que estaban haciendo su trabajo, pero el Doctor Parra no dejó que lo hicieran, incluso él viene, usualmente acompañado, y les dice: ¿qué quieren?, como ofreciéndole a los demás algo de lo que vendo y me compra, es muy generoso”, afirmó Samuel, quien también mostró su agradecimiento con nuestro Rector luego de que le construyera la caseta que le permite cubrirse del sol inclemente y la lluvia bogotana.
Samuel vive en el barrio Alfonso López, en la localidad de Usme, al sur de la capital y gasta casi dos horas en llegar a nuestra Universidad. Sube desde la carrera décima con sus muletas que le sirven de soporte luego de que tuviera un accidente de tránsito que casi le cobra la vida. “Fue un camión doble troque, me atropelló y la llanta me quemó la pierna. Duré casi un año en silla de ruedas y terminé caminando con muletas porque una vez el señor que me iba a llevar a terapias no apareció, yo las cogí y me fui”, narró con resiliencia mientras mostraba su pierna.
Este hombre, sin duda, es un gran ejemplo de vida. Su persistencia, sus ganas de seguir adelante y su sentido agradecimiento con nuestra Universidad son tres características latentes de su personalidad, de alguien que dice pocas palabras, pero que representa la realidad de quienes habitamos en la ciudad.
“Quiero dejar un gran mensaje de agradecimiento a las(os) estudiantes, profesoras(es) y administrativos que vienen y me compran. A la Universidad que me ha ayudado tanto, incluso en pandemia, cuando no pude venir a trabajar y desde el Consultorio Jurídico me hicieron una colecta y me ayudaron, eso es lo que más les agradezco”, puntualizó Samuel.