Desarrollo simplificado: el riesgo de basarse en estrategias incompletas de desarrollo

Juan Fernando Bucheli, profesor e investigador en evaluación de políticas públicas de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales.

Foto crédito: Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson. Foto: @NobelPrize

Las ideas planteadas por los recientes ganadores del Premio Nobel de Economía, Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson, y desarrolladas de forma más extensa y accesible en el libro Por qué fracasan los países (2012), han transformado nuestra forma de entender los factores que impulsan el desarrollo económico. Sin embargo, las críticas a la narrativa simplificada del libro –como las presentadas recientemente por Brendan Greelay en un artículo en el Financial Times– advierten que los enfoques como estos pueden llevar a interpretaciones erróneas sobre cómo deben operar las políticas de desarrollo en países como Colombia. Comprender estas críticas es esencial para evitar la aplicación de modelos incompletos que desvíen la atención de las necesidades reales de desarrollo que un país como el nuestro requiere.

¿Por qué las instituciones inclusivas no siempre garantizan prosperidad?

Acemoglu, Johnson y Robinson (AJR) plantean que las instituciones “inclusivas”, que promueven la participación, la democracia, y los derechos de propiedad, conducen al crecimiento económico, mientras que las instituciones “extractivas”, que incentivan la concentración de poder o limitan el ejercicio de la democracia, generan estancamiento y pobreza. Una de las críticas centrales a esta interpretación de desarrollo, en donde podemos referenciar libros claves en este análisis, como los de Yuen Yuen Ang (China’s Gilded Age) o los trabajos de Mushtaq Khan, señalan que esta dicotomía ignora, o al menos simplifica demasiado, la interdependencia que se da entre ambos tipos de instituciones.

En el caso británico, la prosperidad económica no se construyó solo sobre instituciones inclusivas, sino que también se apoyó en sistemas extractivos como la esclavitud en sus colonias. Puesto de otra manera, el crecimiento y prosperidad económica no se logró “a pesar” de la existencia de instituciones extractivas, sino “gracias” a ellas. Ha-Joon Chang, profesor de Cambridge y SOAS ya lo presentaba en su libro “Retirar la escalera” cuando mencionaba que era necesario desbancar el mito del libre comercio y reconocer el papel que jugaron las políticas proteccionistas en el desarrollo de los países industrializados. Esto resalta la necesidad de adoptar una perspectiva histórica para entender las diferencias en los procesos de desarrollo.

Para el caso colombiano esto implica que no basta con crear instituciones inclusivas si persisten dinámicas de exclusión, desigualdad y explotación que benefician a unos pocos. Un ejemplo es la persistencia de la desigualdad en la ruralidad del país, donde la formalización de derechos de propiedad podría no generar crecimiento si se mantienen prácticas extractivas que benefician a unos pocos. Por ello, asuntos como acceso equitativo al crédito, infraestructura adecuada y mercados apropiados se harían necesarios.

Los responsables de formular políticas deben evitar caer en la tentación de adoptar ciegamente la propuesta de Por qué Fracasan los Países, que sugiere que basta con introducir mejores instituciones para alcanzar el desarrollo económico y social. El desarrollo rural, la lucha contra la pobreza, y las políticas de mitigación y adaptación al cambio están frecuentemente entrelazadas con prácticas excluyentes que pueden reforzarse bajo nuevas políticas mal diseñadas o carentes de evidencia.

Hacia un desarrollo integral

La historia muestra que las instituciones “buenas” en apariencia, pueden beneficiar solo a ciertos grupos. En el caso del libre comercio, y para situaciones como la nuestra, se requeriría de una política industrial que asegure la inclusión de pequeños y medianos productores. Para transformar verdaderamente sus instituciones, Colombia necesita identificar y modificar las dinámicas extractivas subyacentes que aún operan dentro de la economía y la sociedad.

Al igual que en la crítica al enfoque de AJR, es importante reconocer que las instituciones inclusivas no necesariamente erradican de inmediato las prácticas extractivas; estas últimas están enquistadas no solo en las relaciones económicas sino en muchas otras prácticas cotidianas de la sociedad y la cultura. La historia de Colombia está marcada por una coexistencia entre democracia estable y exclusión económica, lo que sugiere que, en algunas circunstancias, las instituciones inclusivas se consolidan sobre sistemas extractivos como se evidencia en los procesos económicos vividos. Desde las haciendas coloniales hasta las dinámicas contemporáneas se reproducen relaciones de inequidad tal y como ocurre en sectores como la minería o la agricultura.

Es por ello que se hace necesario analizar la forma en que ciertas élites económicas y políticas han mantenido el poder y los privilegios a lo largo de los cambios institucionales. La creación de instituciones más democráticas, como los consejos de juventud, y las consultas populares, debe ir acompañada de reformas estructurales que desmantelen los sistemas de privilegio y concentración del poder y activen estrategias de industrialización más eficientes y productivas.

Recomendaciones para una política de desarrollo contextualizada

Colombia puede aprender de las críticas al enfoque de AJR. En lugar de concebir el desarrollo como una simple transición hacia instituciones inclusivas, el país ha de apostar por una transformación más integral. Esto significa, entre otros asuntos:

  • Diagnosticar las dinámicas extractivas actuales, esto es, identificar los sectores donde aún persisten formas de explotación y exclusión.
  • Reconocer la interconexión entre instituciones inclusivas y extractivas, lo que implica entender que la prosperidad de ciertos sectores puede estar sostenida por prácticas que perpetúan la desigualdad y la inequidad. Por tanto, el diseño de políticas ha de orientarse por un enfoque sistémico y no reduccionista.
  • Diseñar estrategias de desarrollo más contextualizadas, lo que supone saber que las políticas no pueden basarse únicamente en modelos universales. Han de atender las particularidades de cada región y sector, por cuanto los mecanismos de cambio operan a partir de los contextos.

Por todo lo anterior, la perspectiva exclusivamente económica resulta insuficiente para entender las diferencias de desarrollo entre los países. Es necesario integrar perspectivas más amplias, como las de la historia, la sociología y la antropología que permitan entender las conexiones entre las instituciones inclusivas y las extractivas en el diseño y evaluación de políticas públicas. Esto implica ir más allá de las recetas basadas en la teoría económica tradicional y tener en cuenta cómo las estructuras coloniales, culturales y sociales moldean las instituciones y las dinámicas económicas de hoy.