Turismo comunitario en Cerro Azul, la “Capilla Sixtina” de la arqueología en el Guaviare
Viajar es una de las experiencias contemporáneas más significativas para la sociedad actual, en donde el tiempo libre se aprovecha conociendo y disfrutando el patrimonio natural y cultural. Para esta Semana Santa, conocer nuevos destinos que emergen gracias a un trabajo comunitario, puede ser una de las alternativas para aprovechar.
Por: Daniel R. Calderón Ramírez, docente Investigador de la Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras
Desde que el presidente Santos en el año 2018 decretó la extensión del Parque Nacional Natural Chiribiquete, haciéndolo públicamente desde las pinturas rupestres de Cerro Azul, el desarrollo del turismo del municipio de San José del Guaviare ha tenido un auge sin precedentes. Dicho desarrollo no dependió de la promoción que hizo el presidente, sino a partir de una serie de acontecimientos sociales y políticos, relacionados al Proceso de Paz, que han permitido aprovechar la riqueza del patrimonio natural y cultural de la región. La declaratoria de Santos destacó a nivel mundial los hallazgos arqueológicos que se han venido haciendo en las últimas décadas sobre lo que se ha llamado la “Capilla Sixtina” de la arqueología en Sur América, porque refleja el arte precolombino que data de los asentamientos humanos de hace aproximadamente diez mil años.
Los pictogramas de color ocre que se encuentra sobre la roca de los tepuyes, refleja la cosmogonía de las comunidades que habitaron esta región que geológicamente se conoce como el Escudo Guyanés y hacen parte de la Serranía de la Lindosa. Este patrimonio cultural de la humanidad es protegido por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, pero los principales aliados en la conservación y aprovechamiento son las comunidades locales quienes, por medio del turismo comunitario, han logrado establecer un esquema de prestación de servicios turísticos alrededor de atractivos turísticos.
Lo que se ha denominado Cerro Azul Puerta del Chiribiquete, es uno de los atractivos turísticos más representativos de San José del Guaviare, el cual está ubicado a dos horas en carro desde el casco urbano. Solange Guzmán una bióloga, amante de la observación de aves y enamorada de la región, es una de las guías que trabaja para algunas de las agencias locales, llevando turistas desde San José del Guaviare a la vereda de Cerro Azul. Cuando se llega a la vereda, el recibimiento por parte de la comunidad local permite sentirse bienvenido a un territorio que hasta hace unas décadas estaba destinado para la siembra de coca, y hoy en día es posible visitar, sentirse tranquilo y seguro gracias al desarrollo del turismo comunitario.
Dicha tranquilidad y seguridad la brinda la Asociación Fantasías de Cerro Azul Puerta del Chiribiquete, la cual desde el 2018 empezó un proceso de desarrollo de turismo comunitario con 12 personas de las veredas cercanas, pero que actualmente cuenta con 39 miembros: 23 hombres y 16 mujeres. Joaquín Vargas, coordinador operativo de la asociación relata que sí bien al comienzo lo más difícil fue establecer la distribución de beneficios económicos entre los miembros de la asociación, cinco años de aprendizajes y retos les permitieron establecerse hoy en día como un emprendimiento comunitario para destacar de la región. Parte del apoyo que recibió la asociación y que permitió superar los obstáculos y conflictos de la comunidad fue realizado por el programa Territorios de Oportunidad de la Agencia de Cooperación USAID.
“Durante el año 2008 y 2012, ya existía turismo en Cerro Azul, pero la comunidad local no sabía de la importancia de este atractivo y no lo veía como una oportunidad, el turismo era insostenible y parecía un paseo de olla”, asegura Joaquín Vargas. Parte de esa insostenibilidad pasada es evidente actualmente cuando es posible ver algunos rayones sobre las pinturas. Por esta razón, los guías locales de la Asociación recalcan la importancia de un acompañamiento y vigilancia de los turistas, como estrategia de preservación de las pinturas.
Doña María Sánchez es una guía local de la asociación que antes de llegar a los paneles donde se encuentran las pinturas, pide a los visitantes que después de una caminata que impregna de sudor a los turistas, se haga una pausa para que el viento seque el sudor y este no sea depositado sobre las pinturas porque las deterioraría. Mientras se descansa y se seca el sudor, doña María desde lo alto del tepuy de Cerro Azul, explica a los turistas que los potreros que en la actualidad se ven, anteriormente estaban llenos de cultivos de coca y que el turismo fue una oportunidad para su erradicación. Así mismo, desde lo alto, sobre el horizonte aun es visible la deforestación que amenaza el ecosistema del bosque húmedo tropical y pide una acción contundente para poder frenarla. Seguramente, parte de estos conflictos ambientales no serán resueltos por medio del turismo, pero al menos es un comienzo para poder valorar la riqueza natural del territorio.
Actualmente la asociación presta servicios de guías e intérpretes ambientales, alojamiento y gastronomía. Estos servicios contribuyen al fortalecimiento de la cadena de valor del turismo permitiendo generar más opciones de participación comunitaria. Joaquín Vargas asegura que, gracias al turismo comunitario en Cerro Azul, los niños y niñas de la comunidad crecerán viendo otro tipo de oportunidades en su territorio, en donde la conservación y gestión comunitaria del patrimonio cultural y natural hace parte de las oportunidades productivas.
Uno de los proyectos que se destacan y que tiene como protagonistas a los niños y niñas, es la protección del corredor biológico del jaguar. Por medio de la foto trampeo, que consiste en capturar la vida silvestre que transita por un lugar determinado, se ha podido identificar que este gran felino empieza a recorrer libremente ciertos senderos aledaños a Cerro Azul. Este proyecto unido al fortalecimiento de la observación de aves hace parte de las estrategias productivas alternativas que tiene la comunidad local y que beneficia la conservación de la biodiversidad del planeta. Apoyar este tipo de iniciativas comunitarias es posible gracias al turismo.