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Aura, una obra universal

Dice Juan Goytisolo, sobre Aura: “una obra suficiente, redonda, definitiva”. Diríase, universal. El mismo Fuentes comenta que Aura es “una muerte disfrazada de vida, y varias vidas disfrazadas de muerte”.

Publicada para la época de La muerte de Artemio Cruz, obra culmen del autor mexicano, esta breve novela ha sido motivo de largos estudios, teorías narrativas, cortometrajes, cómics. Escrita en segunda persona del singular, quizá la voz más compleja para el impulso creador de un escritor, Aura es, en sí misma, la personificación de lo impalpable. Ronda la memoria fantasmal de toda Latinoamérica, recordándonos una vez más a Juan Rulfo: el ambiente enclaustrado de las viejas casonas mexicanas; la lobreguez que circula en cada personaje cuando recorren esas paredes en ruinas; la escasa luz que por momentos parece ahogar, precisamente, el aura. Carlos Fuentes, en una alegoría sugerente, nos recuerda su significado: suave viento, brisa construida. Por instantes lo es. Una mansa corriente personificada en Aura; sin embargo, nada más lejano. Consuelo (el espectro de la propia protagonista), es una mujer enérgica, con poder de palabra, cuya voz se ilumina y opaca a medida que el narrador avanza.

No todo alcanza a difuminarse. Desde su estructura, el lector no puede estar más presente. Es el verdadero espectador. Fuentes quiere que sea el personaje principal, y que exista una simbiosis real, no figurada, entre el escritor y aquel que sostiene las páginas.

Por otro lado, prevalece en la nouvelle una atmósfera poética que no se repetirá en los libros posteriores de Carlos Fuentes: “El cielo no es alto ni bajo. Está encima y debajo de nosotros al mismo tiempo”, o “habrá caído la noche. Correrán detrás de los vidrios altos, las nubes negras, veloces, que rasgan la luz opaca que se empeña en evaporarlas y asomar su redondez pálida y sonriente. Se asomará la luna, antes de que el vapor oscuro vuelva a empañarla”.

¿Es Aura un sueño que Felipe Montero no puede deshacer? ¿Un espejismo que le es imposible dilucidar? “Epifanía ilusoria, aparente”, la llamó Elena Poniatowska. Esta novela es eso. El anhelo de un hombre que se interna, sin saberlo, en los entresijos de una mujer convertida en dos cuerpos fragmentados.

*Reseña elaborada por Hellman Pardo, profesional de Cultura y Comunicaciones de la Biblioteca.

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