Patricia Vélez De Monchaux
(1965 – 2020)
Con profunda tristeza la Universidad registra el fallecimiento de la doctora Patricia Vélez De Monchaux, quien ocupó durante seis años la dirección de la Biblioteca del Externado.
Al despedir a tan estimado miembro de la comunidad externadista, la Universidad reconoce sus notables aportes a la buena marcha de la Biblioteca, como unidad de apoyo a la actividad académica en general, y también sus esfuerzos exitosos para integrar esta dependencia a la vida universitaria de una manera dinámica.
Gracias a Patricia, como le gustaba que le dijeran, la Biblioteca del Externado se consolidó como epicentro de una actividad cultural riquísima: en su seno se desarrollaron eventos de poesía y narrativa; exposiciones de historia y de arte; proyección de películas; conferencias; tertulias, talleres; encuentros de lectura en voz alta en diversas lenguas, exaltando las olvidadas lenguas indígenas de nuestro país. Todo ello en sintonía con el devenir de la Universidad y las necesidades planteadas en su trasiego cotidiano.
Patricia estuvo a la altura del gran desafío planteado por la transformación de las bibliotecas de todo el planeta, ámbitos en los que la conservación y actualización del acervo de libros físicos es solo una parte de la tarea.
Ella supo inspirar en toda la Universidad la necesidad de acceder a gran cantidad de conocimiento existente en el mundo virtual. Pero, además, algo fundamental: supo ofrecer las pautas y criterios para que los externadistas se orientaran con seguridad en este mar sin fondo, y aprendieran a seleccionar lo esencial entre la avalancha de materiales, documentos, bases de datos y productos de información.
Licenciada en Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, con maestría en Información de la Universidad de Rutgers, New Jersey, entre las grandes preocupaciones de Patricia estuvo el ofrecimiento de más y mejores servicios a los usuarios de la Biblioteca. Para ello, lideró la ampliación de las áreas de trabajo, la flexibilización de los horarios, la introducción de comodidades y recursos para los lectores (por ejemplo, el préstamo de computadores portátiles, el uso de terrazas para el estudio grupal y colecciones especializadas en temas como paz y cultura oriental). Por esas razones la afluencia de público aumentó de manera considerable en estos 6 años.
Sin dudar que la Biblioteca tendría un papel decisivo en los proyectos de extensión y, concretamente, de participación de la Universidad en el barrio Egipto, la directora encabezó programas que la hicieron más cercana a los vecinos, confiada en que el acceso al conocimiento, la tecnología y las artes marcan la diferencia para transformar las condiciones sociales de los más vulnerables. De esta manera, promovió programas de lectura y escritura en cárceles y fundó la Biblioteca Infantil del Externado, al servicio de una comunidad que se ha ido apropiando de ella.
Uno de sus más grandes deseos fue el estudio de la literatura y acercarla a otros a partir de las experiencias propias, quizá por ello su cualidad de escuchar fue una de las más destacadas.
Patricia fue una mujer incansable, una inquieta lectora que mantuvo un semblante jovial y cálido hasta sus últimos días. Admiraba la perfección de las astromelias blancas, de los senderos de agua y el esplendor del follaje. Una líder delicada que hacía florecer en cada persona lo mejor de sí. Una aventurera, ferviente impulsora de la educación y una caminante extraordinaria, quien, con una visión cosmopolita, nunca negó que sus pies estaban arraigados al campo colombiano y a su casa familiar.
Recordaremos, conmovidos, su labor integral en favor de la cultura, el arte y la investigación, su apertura hacia iniciativas de estudiantes, profesores y trabajadores, su aptitud para dialogar, su amabilidad y señorío, así como su bella sonrisa.