Ana Sofía Velásquez Montañez
Ana Sofía Velásquez Montañez, estudiante de cuarto año de derecho de la Universidad Externado de Colombia, activista feminista, integrante de la colectiva feminista de la universidad “Destapemos La Olla”
Renacer en la L
Las fotografías fueron tomadas en el Distrito Creativo del Bronx ubicado en el centro de Bogotá. Este trabajo busca retratar el impacto de las redes de apoyo, los círculos de la palabra, la educación, el deporte, el arte, entre otras. La importancia de las prácticas restaurativas no formales en el marco del microtráfico, la violencia, entre otros problemas sociales que se vivieron en el sector de “La L”.
Para recopilar la información expuesta a continuación asistí a la exposición “La Esquina Redonda: memoria, creación y cuidado en el Bronx Distrito Creativo” inaugurada por la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (FUGA) la cual contaba con el acompañamiento de Winder Jojoa, un ex habitante de este lugar. Adicionalmente las páginas web de la FUGA, la del Bronx, Distrito Creativo y la de la Alcaldía Mayor de Bogotá fueron fuente de consulta para este trabajo.
Todas las fotografías fueron tomadas con una cámara análoga, es decir mediante un rollo fotográfico de 35 mm, ninguna fue producida de manera digital.
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En esta fotografía podemos observar el Batallón de Reclutamiento del Ejército al lado izquierdo, y al lado derecho la antigua escuela de medicina de la Universidad Nacional. Hoy en día en este callejón se realizan eventos culturales, como: exposiciones artísticas, festivales de música del pacífico, champeta e incluso rap sinfónico; también se han llevado a cabo fiestas de electrónica y obras de teatro. Todos de entrada libre.
Esta era la parte trasera del antiguo Bronx, aunque sus ex habitantes prefieren llamarlo “La L”, pues dicen que “el Bronx es el de Estados Unidos” y a ellos no les gusta la apropiación cultural, tampoco les gusta que fuese el Estado quien decidió nombrar este lugar como “el Bronx”, sugiriendo a la ciudadanía que este era un lugar eliminable, reproduciendo discursos clasistas y racistas, que no evocan nada más y nada menos que a las problemáticas del Bronx en Nueva York.
Se debe entender este lugar como “La L”, porque es indispensable hablar desde la memoria urbana y no desde el discurso estatal que terminó en una violenta intervención armada.
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Cada una de las columnas de este edificio abandonado (antigua escuela de medicina de la Universidad Nacional) están pintadas de todos los colores y en ellas podemos encontrar diferentes palabras que pueden definir la justicia restaurativa. En esta imagen se alcanza a leer la palabra “MEMORIA”.
La palabra memoria se encuentra definida por la Comisión de la Verdad como ‘un aporte contra la impunidad y el olvido de los hechos vividos y los traumas dejador por ellos’.
Si hay algo que tiene este lugar es memoria, pues es un sector de nuestra ciudad en el cual se denunciaron innumerables casos de microtráfico de drogas, prostitución forzada, asesinatos, trata de personas, entre otros.
Todo esto ocurrió posterior al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el cual dio lugar a un significativo deterioro urbano en el centro de Bogotá, dando como resultado la creación de “El Cartucho”, el cual más adelante fue desmontado, sin embargo, esto fue temporal, pues sus habitantes se trasladaron a lo que luego se conocería como la calle de “La L” o “El Bronx”, donde se cometían delitos y violaciones a los derechos humanos “ignorados” por la policía de Bogotá (presuntamente esta era sobornada por las mafias de este lugar para posibilitar el tráfico de drogas en la zona).
La memoria es muy importante a la hora de referirnos a la justicia restaurativa, pues es sobre ella que se construye, es sobre ella que se resignifican los recuerdos.
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En mayo del 2016 “La L” fue intervenida en dos momentos: en primer lugar, por cuerpos policiales con el objetivo de dar fin a los múltiples delitos que se llevaban a cabo en este lugar, y en segundo lugar, en junio del mismo año, con el propósito de prestar atención a consumidores desplazados por la intervención de la Policía, también se buscaba establecer un cuadrante que velara por la seguridad en el área y evitara que la criminalidad se concentrara en otro punto de la ciudad o renaciera en el mismo; finalmente se inició un plan de acción que se centraba en la renovación urbanística de esta zona, plan que incluía demoliciones y otras iniciativas, como la creación de “El Bronx, Distrito Creativo”, un espacio dedicado al desarrollo de la creatividad y la reconstrucción del tejido social.
Pero ¿qué tiene que ver esto con ‘la sanación’?
Pese a que la intervención de la policía fue sumamente violenta dejando a su paso desplazados y desaparecidos, se implementaron varios planes de atención psicosocial, además de proyectos que se centraban en la educación y en el arte. Esto aportó significativamente en el proceso de muchos de los ex habitantes de “La L”, pues estas formas de expresión y recreación funcionaron para canalizar diversos malestares emocionales que sentían: el dolor, la desesperanza, la incertidumbre, la ansiedad, la tristeza. Esto sumado a la atención psicosocial y las redes de apoyo que formaron entre ellos y con los profesionales, ayudaron poco a poco a encontrar la sanación, lo cual dio paso a la humanización de estos individuos y su reintegración a la comunidad.
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En la imagen encontramos unas vallas que obstaculizan la entrada a lo que era la antigua calle de “La L”, en ellas encontramos pintada la frase “el fin de un ciclo es el principio de algo nuevo”. Sin embargo, cualquier persona puede ingresar allí.
Al fondo se alcanza a ver un pequeño salón donde se reúnen los ex habitantes de “La L” que se encuentran vinculados a este proyecto con profesionales en psicología y trabajo social, aquí también se forman los llamados círculos de la palabra, en donde se comparten sentires al respecto de lo vivido. Es aquí donde se encuentra la sanación, es el principio de algo nuevo, donde se encuentra la restauración, pues estos espacios ponen en un primer plano los sentires y vivencias de quienes asisten a ellos.
Estas prácticas reestructuran los lazos sociales y promueven una reflexión del sujeto consigo mismo y con el otro, además de generar espacios donde se crean redes de apoyo y se dignifican las relaciones sociales, dando paso a la priorización del reconocimiento de los sentimientos y el diario vivir de cada individuo. Es aquí donde nos encontramos con el poder transformador del habla.
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Al ingresar lo primero que vemos es esta casa, también llamada “la casa de la esquina redonda”, es la única edificación que no fue demolida en la intervención, pues se considera patrimonio cultural por reflejar las características propias de las casas que se encontraban allí.
Cuando aún existía “La L”, en esta casa había de todo un poco, en el primer piso se encontraba un billar y una cantina, en los pisos superiores había inquilinatos e incluso se dice que había una especie de guardería / jardín infantil, que contaba con una profesora que cuidaba a los niños que vivían allí durante el día y les daba clases, finalmente, en la terraza se ubicaban los llamados “sayayines”, encargados de la vigilancia y de autorizar la entrada y salida de los transeúntes, siempre estaban armados, se dice que torturaban y asesinaban a los infiltrados y a los que tenían deudas con los “jefes” del expendio de drogas.
Hoy en día se evidencia la adecuación de esta casa como laboratorio de creación, pues es ahí donde se reúnen los vinculados al proyecto para llevar a cabo su proceso creativo, este lugar cuenta con numerosos materiales de arte, libros, entre otras cosas; también es un lugar de memoria y un espacio para dictar talleres y exposiciones.
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Esta fotografía la tome desde la parte de afuera de la casa, se pueden ver unas fotografías en blanco y negro colgadas en la pared, estas hacen parte de uno de los proyectos realizados al interior del distrito creativo.
Al lado derecho de la foto podemos ver un overol colgado, utilizado a la hora de realizar las manifestaciones artísticas. Y finalmente se puede observar al fondo un librero.
En conclusión, podemos evidenciar un espacio de la casa, que, si bien antes tenía otros fines, hoy en día se utiliza para el desarrollo de procesos creativos de los integrantes de este proyecto, reuniones para fortalecer las redes de apoyo, círculos de la palabra, la memoria y la transformación. /p>
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Así luce la parte delantera de la casa de la esquina redonda. Aún no han sido reparados los pisos de arriba, sin embargo, el primer piso funciona como taller, y tiene dos grafitis: uno que dice “tejemos nuestro cambio” y otro con la palabra “renacer”.
Cuando tuve la oportunidad de conocer a Winder en la exposición “La Esquina Redonda: memoria, creación y cuidado en el Bronx Distrito Creativo”, él habló sobre unos hermanos sobrevivientes de “La L”, los cuales realizaron un tejido contando su historia a lo largo de los años y como hoy en día cada uno de ellos le dio otro rumbo a su vida, como cada uno de ellos tejió un cambio en su camino, después de tanto sufrimiento.
Durante este proyecto fueron acompañados por las tejedoras de Mampuján; una agrupación de mujeres sobrevivientes a masacres en la costa caribeña colombiana, ellas ayudan a las comunidades a superar los traumas de la violencia por medio del arte.
Esto es una muestra de cómo el arte puede restaurar y sanar, de cómo el arte como práctica restaurativa, aunque no cuente con expresa solemnidad o formalidad, es completamente legítima y tiene un impacto significativo a la hora de resocializar e integrar a un sujeto a la sociedad, a estas prácticas se les llama, prácticas restaurativas no formales.
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Al lado izquierdo podemos observar la parte de la casa de la esquina redonda que quedó visible después de la demolición, allí hay un grafiti con la frase “renacer para crecer”. Para mí esta frase describe completamente el proyecto del Bronx, Distrito Creativo, pues habla de la importancia de volver a nacer, dejando en el pasado toda la violencia y el sufrimiento, construyendo nuevas cosas sobre esos mismos recuerdos, para ahora crecer, reinventados en algo completamente nuevo y diferente.
Al lado derecho podemos ver “El Muro de la Presencia”, son aquellas ruinas de la antigua calle de “La L”, la parte trasera de la antigua escuela de medicina de la Universidad Nacional, allí también se han realizado un par de actividades, una de ellas fue un videomapping en el año 2020 que retrataba doce historias de ex habitantes de este lugar.
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Dentro de este espacio también podemos encontrar una pequeña huerta donde cada uno de los integrantes de este proyecto cuida sus sembrados.
Este tipo de actividades también hacen parte de las prácticas restaurativas no formales pues generan procesos de transformación y mejoramiento del lazo social, subsanan y humanizan, en especial en zonas tan marcadas por la violencia como lo fue este lugar. La justicia restaurativa que permea este proyecto se dio de manera inintencionada, pero positiva a través de la recuperación de espacios que promueven la soberanía alimentaria y la construcción comunitaria.
Me maravilla que en las prácticas restaurativas se trabaje con plantas, huertas y animales, pues simboliza la importancia de la vida y el cuidado para personas que han sido heridas y marcadas por la violencia.
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Varios de los integrantes de este proyecto trabajaron liderados por Susana Fergusson una educadora comunitaria con énfasis en reducción de daños, quien puso sus conocimientos y experiencia al servicio de las poblaciones más vulnerables.
A la hora de realizar este mosaico Susana estuvo de la mano de Tania Borges, una especialista en educación base comunitaria y artes plásticas. Ambas acompañaron a algunos ex habitantes de “La L” a realizar este mosaico, el cual, de nuevo, está marcado por la memoria de sus antiguos residentes. En este mosaico se graficaron las historias de la comunidad y se utilizaron materiales obtenidos de la demolición, hoy en día se encuentra ubicado en la parte trasera del salón de reuniones.
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Esta estructura se encuentra justo al frente del mosaico, es una especie de camino que tiene unas luces colgadas y algunas plantas que fueron cultivadas y otras llevadas por integrantes del proyecto del Bronx, Distrito Creativo.
En la esquina inferior izquierda se ve una especie de luz que parece un arcoíris, esto ocurrió debido a que el rollo con el que estaba tomando las fotografías se veló, y aunque aparentemente es un “error”, creo que eso hace la imagen aún más bonita.
Decidí poner esta imagen de últimas porque considero que es la que mejor representa el impacto de esta iniciativa, debido a que es un camino que parte desde el mosaico (la memoria de sus ex habitantes) y da paso al resto del terreno, donde se encuentran otras plantas cultivadas por los integrantes del proyecto, la huerta, entre otras cosas.
Es una imagen que representa el renacer, la resignificación de los espacios partiendo desde la memoria y la superación del duelo, hacía la sanación y la construcción de experiencias nuevas, promoviendo un espacio nuevo, iluminado y lleno de vida, un entorno de paz, caracterizado por la reconciliación consigo mismo y con el otro, por la educación y el arte.