La poeta Ana Mercedes Vivas y la maestra Águeda Pizarro conversaron sobre ‘Más azul, más silencio’
En la Tertulia Virtual Externadista del pasado miércoles 25 de noviembre, fue presentando el poemario No. 173 ‘Más azul, más silencio’. Durante el encuentro literario, la autora también relató la anécdota de la creación del mismo.
El 27 de marzo del 2020, a las 6 de la tarde, el Papa, en medio de una gran soledad, impartió la bendición ‘Urbi et Orbi’ a la ciudad del Vaticano y al mundo entero desde la Plaza de San Pedro, totalmente vacía como consecuencia de la emergencia causada por el COVID – 19.
El Papa Jorge Bergoglio ofreció una ceremonia inédita, envuelta en silencio y acompañada por una lluvia que no cesó. Ana Mercedes describía las imágenes que iba viendo ese día en la pantalla del televisor: “la luz de la tarde caía y todo era tan azul, tan solo, todos estábamos tan tristes con esa oración, tan de rodillas todos, creyentes o no, el Papa nos acogía a todos en un sentimiento en el que nos reunió, nos abrigó, en ese azul, en ese silencio”. ‘Más azul, más silencio’ nace de esa sensación de soledad y tristeza.
En julio, la autora recibió la noticia de la publicación del poemario en la Colección ‘Un libro por centavos’, la cual agradece a la Universidad y al decano Miguel Méndez Camacho. Estos dos acontecimientos dan origen al título del libro y resume no solo lo que sentía: angustia, esperanza, soledad, compañía, sino que el poema significa en cierta forma toda su poesía.
Durante la Tertulia, Ana Mercedes leyó el poema:
MÁS AZUL, MÁS SILENCIO
27 de marzo de 2020,
Bendición “Urbi et Orbi”.
Caía la tarde lenta sobre Roma:
sola la plaza, solo el mundo.
Con la luz que precede a la noche,
bajo la lluvia,
el Hombre de Dios en la tierra
caminó hasta el altar y oró
frente al Cristo de las pestes,
como alguna vez hace 500 años.
–Tan inermes
como entonces
tan doblegados por el miedo–.
Pronunció las palabras
que evocaban la tempestad
del mar de Jesucristo
y todo se hizo más azul,
más silencio.
Debajo de las túnicas de mármol
de los santos,
su hábito cansado,
tan blanco,
se izó al viento como una bandera
de paz
en medio de esta guerra.
Las lágrimas de todos
se mezclaron lentamente con la lluvia.
Debajo de las túnicas de mármol
de los santos,
su hábito cansado,
tan blanco,
se izó al viento como una bandera
de paz
en medio de esta guerra.
Las lágrimas de todos
se mezclaron lentamente con la lluvia.
Antes de iniciar la conversación, la maestra Águeda Pizarro leyó un sentido texto sobre la vida de Ana Mercedes y su evolución en el mundo poético, iniciado en Roldanillo, donde se realiza uno de los encuentros literarios más importantes de poetas mujeres, fundado y dirigido por la maestra Águeda, hace más de 35 años.
El texto inicia así: “Ana Mercedes nació bajo la estrella de la poesía, hija de dos poetas, escuchaba desde pequeña la voz de su madre que hablaba en sus propios poemas con el padre desaparecido cuyos versos eran una música. Ana Mercedes nació con la conciencia despierta y este poemario ‘Más azul, más silencio’ da fe de su despertar único a la poesía, de su eclosión y de su madurez… Ana Mercedes vive y vibra en su poesía ‘vibrimante’”.
Luego de compartir con los asistentes la delicada lectura, Águeda entró en un diálogo muy íntimo con Ana Mercedes, la condujo a relatar anécdotas e historias que daban origen a sus poemas. Los participantes cayeron “embrujados” en ese viaje tan emotivo y bello, acompañado por los versos leídos en su voz. No faltaron los poemas de amor, violencia, gatos y ciudades como Nueva York.
Luego de casi dos horas de diálogo y lectura, Ana Mercedes cerró la velada con el siguiente poema:
DESHABITAR LA CASA
Deshabito nuestra casa lentamente.
Hago montones diferentes con los libros:
Sandor Marai y Yourcenar irán conmigo;
también Selma y Saramago -sólo los ensayos-.
Por supuesto, Sábato con la fotografía
que le tomé en Santos Lugares,
esa, con las manos en alto,
porque hay que “resistir”
y salir a abrazarnos a la calle.
Hoy no podemos hacerlo,
–eso también nos lo quitaron–.
Enrollo en las alfombras los juegos con mi gata
–Camila ya no está con sus ojos azules–.
Guardo en la maleta
todo lo que callé por años,
silencios perfectamente acomodados,
junto con los abrigos largos
que ya no sé cuándo voy a usar.
Nada, nadie al final de la calle.
Un sol dorado dibuja mi perfil
en mi nueva ventana.
OTROS POEMAS
NAVEGANTE
Me gustan los hombres
que siembran rosas
cuando hablan.
Los de la mirada larga
y los puertos anclados
en las manos.
Me gustan los hombres
silenciosos, casi tristes;
esos que parecen
un grito de amor
en medio del naufragio.
UN GATO EN EL TECLADO CALIENTE
Camila murió en el mes de junio del 2020
No está de más tener un gato en un poema
Pero advierto, se corre el peligro
de perder la atención de los lectores
para siempre.
Veamos: un gato se estira en las palabras
ronronea su ternura; no importa lo que digas.
Maúlla lastimero en la frase final,
justo donde esperabas
hacer llorar a un corazón poético.
Esos bigotes desordenan las sílabas,
el hocico se frota
contra
cualquier pensamiento lúcido
y la cola te impide reflexiones profundas.
¡Basta Camila!, sal del teclado
y déjame terminar este poema.
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