El COVID-19: un impulsor de la transformación económica
El coronavirus ha impactado nuestra economía. Muchos sectores se han visto afectados, pero no todo son malas noticias. La tecnología marca el camino que debemos seguir.
El coronavirus ha hecho temblar la economía de 172 países. Se han reportado más de 267.000 personas infectadas y al menos 11.000 muertes.
En Colombia, la enfermedad se ha esparcido aceleradamente. En tan solo cuatro días pasamos de 54 a 158 contagiados; y las cifras siguen aumentando. Los casos se han duplicado con mayor rapidez que en China o en Italia.
Lo preocupante del COVID-19 es su velocidad de propagación. A esto se le suma que países como Colombia no están capacitados para afrontar sus estragos. Lo más probable es que la demanda por camas en el sistema de salud no podrá ser atendida: por cada 100.000 habitantes existen alrededor de once camas de cuidados intensivos. Esto supera ampliamente las predicciones de enfermos graves que requerirán atención permanente en un hospital.
Muchos países han tomado medidas drásticas para contener la propagación del virus: cuarentenas, suspensión de viajes internacionales e interrupción de actividades educativas y de entretenimiento.
Asimismo, el gobierno de Colombia decretó una cuarentena entre el 25 de marzo y el 13 de abril, en concordancia con medidas ya tomadas por diferentes gobiernos municipales y departamentales durante el pasado fin de semana.
Las consecuencias económicas
Estas medidas han afectado la circulación de las personas, la producción de bienes, el comercio internacional y los mercados financieros. Siguiendo a The Economist, hoy por hoy el planeta parece ser un negocio “cerrado”.
Angela Merkel, canciller alemana, expresó que la crisis presenta retos comparables con los que conllevó la Segunda Guerra Mundial. En Colombia, el aislamiento social ya ha pasado una cuenta de cobro a sectores como el turismo, el comercio y el entretenimiento. Estos sectores jalonaron la economía durante el 2019 al tener un crecimiento del 4,9%; ahora se enfrentan a una parálisis indefinida. Las actividades que dependen de la cadena internacional de suministros también se han visto afectadas: China representa el 23,2% del total de importaciones de nuestro país.
Las principales preocupaciones en las economías afectadas son el aumento del desempleo, la caída de la producción industrial, la reducción de los salarios y la incertidumbre en los mercados financieros. Las bolsas del mundo acumulan pérdidas sólo comparables con aquellas sufridas durante las grandes debacles económicas de los siglos XX y XXI.
La bolsa colombiana también se desplomó y se teme un aumento generalizado de los precios por la devaluación desbocada del peso y un desajuste en las cuentas nacionales por la caída del precio del petróleo.
Los gobiernos de Europa y Estados Unidos han dispuesto paquetes económicos que incluyen incentivos fiscales, transferencias monetarias, ayudas dirigidas a evitar despidos y alivios en créditos y obligaciones tributarias. Los Bancos Centrales han tomado medidas para tranquilizar los mercados y asegurar suficiente liquidez. En Colombia el Banco de la República, el gobierno nacional y el sector privado también se han movido en esa dirección.
Las virtudes de la tecnología
En un escenario optimista, cuando acabe el pico de la pandemia la actividad económica empezará a recuperarse lentamente y regresará hasta los niveles anteriores a la emergencia. Algo de esto ya empezó a suceder en China y Corea del Sur, países que ya pasaron el pico de contagios y donde varios sectores han retomado actividades, aunque no sabemos exactamente cuándo los niveles de actividad retornarán a los niveles pre-pandemia.
Dentro de unos meses sabremos qué es lo que hay que hacer para tratar el COVID-19. Esta certeza es buena para el sistema de salud y la economía. Además, las medidas económicas de choque que están ejecutando los países afectados empezarán a dar sus frutos aumentando la confianza de consumidores, productores y otros agentes económicos.
Pero esto no significa que las cosas volverán a ser como antes. La crisis que estamos atravesando ha significado un gran choque en la manera como los consumidores y las empresas desarrollan sus actividades.
En un tiempo muy corto, muchas personas han tenido que incorporar la tecnología a sus actividades diarias.
Por ejemplo, el aislamiento se ha traducido en un aumento en las compras electrónicas a través de plataformas como Rappi, Domicilios.com y Uber Eats. Estas plataformas han experimentado un repunte de hasta el 40% en los pedidos en horas pico. Esto armoniza con las tendencias internacionales: empresas como Amazon han aumentado sus operaciones y anuncian la contratación masiva de personal adicional.
Pasar la mayor parte del tiempo en el hogar ha tenido un efecto especial sobre el sector del entretenimiento audiovisual. Los canales nacionales e internacionales tendrán mayor audiencia y por lo tanto un auge en las pautas publicitarias para sus programas. Asimismo, se espera que más personas utilicen los servicios de plataformas de streaming como Netflix y Youtube.
Varias actividades se han desplazado ya hacia la modalidad de trabajo remoto o teletrabajo. Las instituciones educativas optan por clases virtuales para no suspender sus actividades ni retrasar el calendario académico. Lo anterior ha impulsado a las aplicaciones para videoconferencias y a aquellas orientadas a facilitar el trabajo en grupo de manera virtual.
Por su parte, la banca ha aprovechado la coyuntura para estimular el uso de plataformas digitales. Se espera además un aumento de la popularidad de las aplicaciones dedicadas a hacer ejercicio en casa.
En el corto plazo y pese al descalabro de las bolsas del mundo, crece la atención por las acciones de un grupo de empresas denominado FANG (Facebook, Amazon, Netflix y Google).
Muchas personas han tenido que incorporar la tecnología a sus actividades diarias
Aunque el mercado ha sido demasiado volátil para sacar conclusiones firmes, es claro que estas empresas han aumentado su base de clientes y esperan buenas tasas de crecimiento en el corto y mediano plazo.
Estas empresas han tenido una excelente vitrina para mostrar las ventajas de incorporar la tecnología a todas las actividades personales y laborales. Un nuevo segmento de consumidores ya “se entrenó” en el uso de recursos tecnológicos, reconoce su utilidad y probablemente los incorpore en su día a día cuando acaben las medidas de aislamiento.
Más aún, organizaciones que hasta ahora habían sido reacias al teletrabajo y a la incorporación de la tecnología tendrán que cambiar su cultura en un corto periodo de tiempo.
Hay que recordar que pasar el pico de la pandemia no significa dejar el asilamiento físico. Un posible escenario es que las sociedades tengan que cultivar hábitos de distancia y aislamiento de manera permanente o por lo menos intermitente.
La epidemia podría intensificarse una vez se relajen las medidas más estrictas de cuarentena y suspensión de viajes internacionales. En este escenario, la tecnología jugará un papel cada vez más fundamental en las actividades cotidianas.
Por David Ortiz y Ángela Gaitán
Investigadores de la Facultad de Economía
* Este artículo hace parte de la alianza entre Razón Pública y la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia.