EL ADN externadista perdura en el tiempo
La Universidad Externado de Colombia se ha convertido en una comunidad y ha sido adoptada por muchos(as) como su segundo hogar, gracias a esto, el ADN externadista ha crecido de manera exponencial, y ahora, gran parte de los(as) hijos(as) de nuestros(as) funcionarios(as), lo llevan en la sangre.
Con tan solo 23 años, Carlos Sánchez inició labores como jardinero en nuestra Casa de Estudios; a lo largo de su trayectoria ha ido afianzando la idea de que, con amor y dedicación, se pueden mantener los jardines de nuestra Alma Máter como un lugar único y tranquilo.
Él llegó del campo a Bogotá, una ciudad que parecía no detenerse, un poco caótica para alguien que no está acostumbrado; sin embargo, para Carlos, haber llegado al Externado fue retornar a esos tiempos de calma y vistas hermosas.
“Para mí el Externado ha sido mi segunda casa, vio crecer a mi hijo y ahora se convirtió en su Casa de Estudios, he vivido experiencias hermosas, he visto ciento de animales como: serpientes, águilas, búhos, zarigüeyas y ni hablar de las diferentes plantas que he podido sembrar. Solo tengo palabras y sentimientos de agradecimiento con la Universidad”, expresó Carlos.
Cuando llevaba 2 años trabajando en la Universidad, Carlos tuvo a su primer hijo, quien se convirtió en su fiel compañero; desde muy pequeño pisó la Universidad sin imaginar que años más tarde se convertiría en su Casa de Estudios. Gracias al auxilio educativo que ofrece la Universidad a sus funcionarios(as), Carlos pudo obtener el 75% de descuento en el valor de la matrícula del pregrado de su hijo y así brindarle educación superior de alta calidad, algo que nunca se había imaginado.
Ahora con 22 años, Jhojan Stiven cursa octavo semestre en la Facultad de Comunicación Social – Periodismo y lleva consigo el ADN externadista que desde muy pequeño pudo aprender de su padre, quien ahora cumple 24 años al servicio de la Universidad.
El Externado ha sido testigo durante décadas de alegrías, lagrimas, anécdotas, pero sobre todo de la gratitud que ha cosechado en toda la comunidad que ha permanecido y permanecerá en el tiempo.