Participación empresarial, eje fundamental en la construcción de paz
Durante un conversatorio sobre Turismo y posconflicto, la Fundación Paz y Reconciliación presentó una guía para la construcción de la paz desde el sector empresarial en Colombia.
Para que la paz pactada entre el Gobierno y las FARC sea estable y duradera, no solo los actores del conflicto, sino también la sociedad civil y los empresarios, deben orientar sus aportes.
En ese orden de ideas, durante un conversatorio organizado por la Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras, la Fundación Paz y Reconciliación presentó una hoja de ruta en la que se plantean distintas líneas de acción para encaminar los esfuerzos del sector empresarial hacia el posconflicto.
Hay una línea política, una económica, una sociocultural y otra en gobernanza. Según el documento, la primera se caracteriza por emprender acciones que priorizan el diálogo y la participación de los distintos actores.
Aunque ese eje es la base de cualquier proceso, al incluir poblaciones históricamente excluidas, debe ir de la mano con la línea económica, que busca desarrollar acciones encaminadas a la generación de ingresos de dichas comunidades.
De otro lado, la línea sociocultural impulsa iniciativas en educación, valores comunitarios y sentidos de pertenencia, que, en conjunto con la línea de gobernanza, fortalecen las instituciones al articularlas en el ámbito nacional y local.
En ese sentido, Óscar Iván Pérez, economista y magíster en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, explicó la importancia de implementar políticas de Responsabilidad Social Empresarial para la construcción de paz.
“Las acciones empresariales estratégicas para la construcción de la paz deben crear un valor compartido que estimule las economías locales por medio de la operación empresarial y fomente la inversión social en un contexto competitivo”, señaló.
Para estimular las economías locales, la guía propone dos vías: desde adentro y desde afuera. En el primer caso, las empresas pueden impactar en territorios prioritarios y, en el segundo, incluyendo a las comunidades que residen en esos territorios, para mejorar sus condiciones sociales y su infraestructura física local.
Aun así, el reto no solamente está en llegar a territorios apartados, sino en incluir, en programas de empleabilidad, a los actores del conflicto: “para que una paz sea estable, se necesitan mayores garantías para quienes dejan las armas, empleos inclusivos y una redefinición de mercados, para hacer asequibles los bienes y los servicios a víctimas y excombatientes”.
Iniciativas lideradas por empresas como Almacenes Éxito S.A. y Constructora Bolívar, que se han vinculado a programas de reinserción laboral, supliendo sus propias demandas operacionales, son un ejemplo del aporte que debe generar el sector.
¿Cómo más pueden impactar las empresas?
Además de generar empleos directos que mejoren la calidad de vida de una población, el empresariado puede influir en la dimensión política de una comunidad, mediante el apoyo a procesos de paz y la sensibilización del cabildeo a favor de los mismos.
Un caso similar se vivió durante el año 2016, cuando la mesa de diálogos en Cuba, tuvo una representación del sector, para buscar consensos en los temas álgidos de la discusión.
“No sólo se trata de generar empleos dignos, también en materia de seguridad, las empresas pueden incidir en procesos de desmovilización, alertas tempranas y seguridad ciudadana y en prevención de delitos y crímenes”, manifestó.
Finalmente, la guía propone que la agenda en el sector empresarial trascienda la polarización política que enfrenta el país, y se centre en los beneficios claros del fin del conflicto, como la gestión y recuperación económica y social de los territorios más afectados por la guerra.